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Créditos: Redes sociales.
Tiempo de lectura: 2 minutos

Por: Patricia Cortez Bendfeldt

En un programa de “casos reales de emergencia” pasaron a una anciana de clase alta norteamericana que consulta a la emergencia porque “no se siente bien”, no puede explicar lo que le pasa, pero, como es “accionista” del hospital, pide que le hagan “todos los exámenes posibles” porque “sabe que algo tiene”. El médico, luego de pasarla por todas las máquinas del lugar, le da un vistazo al nieto que anda “algo perdido” por allí. Entonces le hace una prueba más y, allí está: la anciana está intoxicada con cannabis por comerse un brownie.

Este ejemplo lo uso en clase para evidenciar que, la experiencia y el entorno cultural de la persona hará que decida o no buscar ayuda médica e indicará que tipo de ayuda va a buscar, esta señora, obviamente, por su entornó cultural, pidió toda la ayuda “mecánica” que existe, para “curarse” de la “enfermedad” que creía tener.

Una mujer guatemalteca, de baja escolaridad, al tener algo similar (se comió un muffin cargado sin ella saberlo), corrió a la iglesia a que “le oraran” porque “la atacaban los espíritus malignos” dos reacciones distintas al mismo problema: una intoxicación inadvertida con cannabis.

¿Cuantas veces un amigo les ha dicho que se va a “cortar” un resfriado con una tetraciclina? ¿Cuantas veces les han dicho que “llevar una medallita de San Gaspar” puede ayudar a que no se enfermen de no sé qué? o cuestiones que no tienen comprobación científica sino empírica como “el poder de la oración”, etc.

La filiación cultural implica que, una persona va a reaccionar a una enfermedad de acuerdo a su entorno cultural e ideológico y a sus experiencias al respecto de la enfermedad, solicitar un “antibiótico” o “un examen más avanzado” para una enfermedad es básicamente lo mismo que describirla como “un mal hecho” o “un mal de ojo”, habla de la experiencia previa y de la forma en la que se considera, “se deben atender las enfermedades” en un contexto cultural específico.

En sociedades como la nuestra, donde la educación/información no llega a todas las personas, y aún, en las sociedades “avanzadas” en las que, evidentemente no todos poseen todo el conocimiento médico, la forma en la que se atiende la enfermedad se delimitará por la experiencia del sujeto y por la oferta de servicios.

El programa nacional de medicina popular y tradicional se creó en el año 2000, la unidad de atención a la salud de los pueblos indígenas del MSPAS se creó en el 2008, las normas de atención culturalmente adaptadas se socializaron en 2014, y hay mucho más que se ha hecho en los últimos 20 años para incorporar los perfiles de usuario de los servicios de salud y mejorar la atención.

He pasado toda la mañana intentando darle atención de calidad a población maya hablante sin ser yo una buena hablante del idioma, en la traducción se pierde mucho, y la traducción incluye esos modos de vida que no se parecen al capitalino, pero que existen y no pueden negarse.

Al final, el millón de personas que vive en la capital insiste en definir como debe atenderse al resto del país, y eso es injusto y racista.

Es la primera vez, en 20 años, que un ministro coloca como eje principal la atención a los pueblos indígenas, que, casualmente, son más del 60% de la población. ¿No creen que ya era hora de hacer público lo que hacemos cotidianamente?

Fotografía: fuente adesalambrar-cr.blogspot.com

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