Por Miguel Ángel Sandoval
Cualquier persona medianamente informada debe saber que en una guerra, más allá de los combates armados, y otro tipo de acciones de contenido militar, hay crímenes, abusos o excesos que son condenados por cualquier legislación sobre el tema. Por esa razón, existen por ejemplo, los Convenios de Ginebra que establecen con meridiana claridad que existen responsabilidades que deben ser juzgadas. Pues en la guerra no todo se vale. Por ello Hannah Arenth al analizar la barbarie de la segunda guerra mundial decía: “Comprender todo no significa perdonar todo”
Hay crímenes particularmente graves que se ubican como delitos contra deberes de la humanidad y genocidio que no prescriben, ni aquí ni en China. Es por esa razón que la ley de Reconciliación Nacional aprobada por el congreso de la república para facilitar el cese definitivo del fuego en la guerra de los 36 años, estableció con meridiana claridad que todos los actos de guerra eran inimputables, menos el genocidio y otros crímenes contra la humanidad.
En el caso guatemalteco hay dos aproximaciones a estos temas que merecen ser discutidas. Uno que habla del genocidio cometido por el ejército de Guatemala, bajo las ordenes de Ríos Montt, a los cuales se les pretendió echar un manto de olvido mediante una amnistía decretada por un gobierno militar producto de un golpe de Estado que como bien se comprenderá, es -absolutamente ilegal, ilegitima y sobre todo, merecedora de la más amplia condena.
Este es un tema en el cual varios analistas cierran los ojos y pretenden que la amnistía de los militares es legal, y sobre todo, aplicable a la situación actual. Es como si la legislación de los golpistas se pretendiera impulsar en la actualidad. ¿En esa línea de argumentación de nuestros analistas, son legítimos los tribunales de fuero especial? ¿Son legales las agarradas al cuartel? ¿Es legal la tortura, los cateos por zonas enteras? Pues debemos convenir que si la amnistía es legal, lo son igualmente los puntos que señalo.
Es algo que debería saber gente como Acisclo Valladares o Antonio Arenales, que de un día a otro, pretenden validar la amnistía de los militares, que ante el horror de sus ejecutorias, se recetaron una auto-amnistía, que por supuesto no tiene sentido, vigencia o pertinencia. Solo si se le explica desde la perspectiva de la impunidad y se explica como un intento para que el sentenciado por genocidio, el general golpista Ríos Montt, pueda ser absuelto de los crímenes contra la humanidad por el cometidos.