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Créditos: Arte de Rosario Lucas
Tiempo de lectura: 8 minutos

Por Nicholas Copeland[1]

Las transformaciones históricas contemporáneas de la democracia guatemalteca están inextricablemente vinculadas a las luchas para el agua y territorio. El movimiento por el agua creó las condiciones previas para la victoria de Semilla, apoyó en la segunda vuelta, y jugó un papel importante dentro del Paro Nacional para defender las elecciones. Ahora, bajo asedio, Semilla comenzó a trabajar en una propuesta de ley de agua para rescatar su proyecto político.

Semilla y el movimiento por el agua

En junio de 2023, después del impactante resultado de Semilla en la primera vuelta, la licenciada Patricia Orantes, diputada electa de Semilla, vino a dialogar con la Comisión Plurinacional del Agua. Estábamos más de veinte líderes de movimientos regionales de derechos de agua y gobiernos indígenas, representantes de ONG y yo. El objetivo era discutir cómo continuar su trabajo. Abelino Chub Cal, defensor del agua Q’eqchi’ de Alta Verapaz, abrió el debate mencionando la “situación preocupante” y las órdenes de captura emitidas contra doce miembros del partido Semilla el día anterior.

Los corruptos estaban desafiando las elecciones, bloqueando candidatos con el apoyo de los tribunales, creando un clima de desconfianza y polarización al aumentar la criminalización de los líderes y atacar a la prensa. La Corte Constitucional había garantizado lo mínimo: que habría una segunda vuelta, pero también se seguirían los ataques a Semilla en virtud del código penal. No estaba claro si Semilla tomaría el poder. Salvador, de Sololá, dijo que “necesitamos renunciar a nuestro ego y demostrar que podemos trabajar por el pueblo… para mantenernos firmes en la lucha. Hay un llamado a la conciencia, que se ha convertido en una batalla para acompañar a Guatemala”. Coincidieron en que Semilla era la mejor opción para las comunidades indígenas y que debían unirse en apoyo.

Orantes vino a escuchar y presentar las propuestas de Semilla. Inició reconociendo las “tremendas luchas en defensa del agua, el territorio y la Madre Naturaleza”. Dijo que “Semilla nació como un proyecto de transformación para los pueblos excluidos” y advirtió que “un régimen de corrupción nos quiere derribar”.

Orantes insistió en que los objetivos de Semilla se alinean con el movimiento por los derechos del agua: “no somos sólo un partido anticorrupción, estamos en contra del racismo y la exclusión; pero primero tenemos que combatir la corrupción para transformar el país, rescatar el Estado y reconstruir sus instituciones”. Dijo que había “dedicado su vida al desarrollo rural” y había aprendido “que la lucha debe venir desde los territorios, donde la cosmovisión se entiende de una manera más profunda en estrecha relación con el agua y el suelo”.

Después de exponer estos valores, describió las propuestas de Semilla relacionadas con el agua. La primera fue una red nacional para proteger los bosques productores de agua, muchos de los cuales están en territorios indígenas, a los que se les podría ofrecer títulos seguros. Otra propuesta fue crear una red de reservas nacionales de agua, con importantes inversiones en el tratamiento del agua y los residuos. Semilla no intentaría aprobar una ley de aguas, explicó, porque el tema estaba “muy encajonado”, un embrollo logístico y político que dificultaría la aprobación de cualquier buena ley en el Congreso. Desde 1985, el Congreso se había negado a aprobar una ley, ignorando un claro imperativo constitucional, para beneficiar a las élites industriales. La estrategia de Semilla fue dividir la ley en secciones en que la tercera era una iniciativa para democratizar la irrigación, actualmente monopolizada por la agricultura de monocultivo.

Abelino Mejía, secretario del Consejo Comunitario de Retalhuleu, en representación de la Alianza Agua, Vida y Territorio (AAVT) en la Comisión, fue el primero en responder. Calificó a la industria azucarera como “el ángel de la muerte” que ha talado bosques y provocado sequías, dañando ecosistemas y provocando desnutrición. Pidió fondos para los agricultores y para la reforestación, e instó a Semilla a “hacer alianzas, acercarse al pueblo. El pueblo será su base, depende de cómo trabajen”.

Orantes dijo que el plan de gobierno de Semilla estaba “cien por ciento alineado… esto no es mentira”, y dijo que era necesario que hubiera nuevos delitos contra el desvío de ríos y que Semilla quería hacer un “impulso gigante” a la agricultura, que había estado “abandonada durante cuarenta años”, a través de créditos, caminos rurales, una industria nacional de fertilizantes y romper monopolios para abrir mercados para los pequeños productores. También dijo que Semilla quería una moratoria minera.

Wilma Angelina Chuy, representante del Consejo Kaqchiquel en Chimaltenango, dijo que los jóvenes mayas no conocen el contexto histórico. En las comunidades no vivimos, sólo sobrevivimos. No conocen a Semilla, y sí conocen a la Unidad Nacional de Esperanza (UNE). Necesitamos una comunicación fuerte con los jóvenes”. Orantes dijo que “Semilla debe hablar con las comunidades en su idioma. Es de suma importancia”, pero “Semilla no tiene dinero para competir con la maquinaria electoral (UNE). Y no tenemos estructuras en las comunidades. Necesitamos organizaciones de la sociedad civil para llevar el mensaje”.

Bernardo Caal, defensor del agua Q’eqchi’ recientemente liberado de prisión, dijo que todo lo que las comunidades habían ganado a través de la Marcha por el Agua en 2016, y habían resistido de la represión en los levantamientos de noviembre de 2021, lo estaba recogiendo Semilla. Abelino Chub agregó: “Tenemos que organizarnos por Semilla”, pero había escuchado a un representante de Semilla criticar a los “tapa calles” (bloqueadores de carreteras). Orantes dijo que Semilla reconoció su deuda con las organizaciones populares y prometió no defraudarlas.

Los presentes, las organizaciones que representaban y muchos otros como ellos, hicieron campaña por Semilla en sus territorios. Se unieron al Paro Nacional, liderando bloqueos en lugares clave en todo el campo, desempeñando un papel decisivo en la defensa de las elecciones. El Paro siguió el modelo articulador de la Marcha para el Agua, uniendo diversas luchas territoriales, paradigmas de resistencia, y atravesando divisiones étnicas y geográficas, con la novedad de ser convocado por los gobiernos indígenas, que, por su parte, subieron en perfil a través de las luchas para el agua y territorio.

En marzo de 2024 asistí a la III Cumbre Plurinacional del Agua, una reunión de docenas de organizaciones rurales e indígenas en la Ciudad de Guatemala. El 22 de marzo, después de la Cumbre, las organizaciones fueron invitadas al Palacio Nacional para un evento histórico del Día Nacional del Agua. El movimiento por el agua es la mayor expresión de los movimientos por los derechos de los indígenas en el período de posguerra. Estas organizaciones fueron invitadas de honor que los gobiernos anteriores consideraban enemigas.

Líderes defensores del agua y del territorio de todo el país, hombres y mujeres, mayas, xinkas y mestizos, hablaron sobre las dimensiones de la lucha por el agua. Denunciaron los abusos por parte de las industrias: robo de agua, destrucción de sistemas hidrológicos, contaminación, falta de consulta, corrupción y criminalización. En un discurso energético y sin complejos, María Caal Xol, defensora del agua Q’eqchi’, exclamó “nosotros no somos delincuentes, los delincuentes son los que vienen a robarnos […] ¡estamos presenciando el exterminio de la próxima generación!” Dijeron que la economía extractiva no es desarrollo, sino despojo colonial y continuación del conflicto armado. Declararon que el agua no es un recurso ni una mercancía sino un ser sagrado, la vida misma. Exigieron soberanía energética, soberanía alimentaria y control democrático sobre el agua.

Los defensores del agua describieron un conflicto fundamental entre las industrias y el derecho al agua, exigieron que Semilla los respaldara en sus luchas y que se comprometiera a políticas de desarrollo verdaderos. Se mostraron apasionados y enojados.

Luego hablaron los representantes estatales. Carrera describió nuevos espacios para trabajar y construir un futuro juntos, y fondos para asistencia técnica para articular las cuencas hidrográficas. El ministro de agricultura, Mynor Estrada, habló del impacto de la sequía en la agricultura y la necesidad de asistencia técnica y una política de tierras coherente. La vicepresidenta, Karin Herrera, expresó su preocupación por el agua y la igualdad de acceso, y la necesidad de organizarse en todos los sectores para regular el uso del agua.

Cuando habló, Bernardo Arévalo dijo que “Guatemala está en una emergencia entre la abundancia y la escasez. Si bien el primer sospechoso […] es el cambio climático, la economía es un factor principal. La distribución está desequilibrada, y la industria tiene el setenta por ciento.” Proclamó que “este no es un fenómeno natural […] es el resultado de decisiones.” Concluyó que “esta generación tiene una responsabilidad histórica de rescatar el agua” y que “nuestros antepasados ​​lo exigen”.

Para algunos de los defensores, era su primera vez dentro del Palacio. Después del evento, con quienes hablé dijeron que se sintieron escuchados y, por lo menos, esperaban menos criminalización. Noté, sin embargo, que Arévalo fue el único del estado que criticó las decisiones de favorecer a la industria. El resto habló sobre gobernanza, diálogo y soluciones técnicas o individuales.

Los meses siguientes fueron difíciles para Semilla y para las organizaciones que habían puesto su esperanza en ellos. Hubo desalojos y continuos ataques a Semilla y a los movimientos de resistencia. Semilla dijo que tenían las manos atadas, pero los movimientos y los gobiernos indígenas se sintieron traicionados y vulnerables. ¿Qué sentido tenía elegir a Semilla si no actuarían en su nombre? CODECA convocó una marcha de protesta en julio.

También hubo algunos puntos positivos. El primero fue la suspensión de la licencia para la mina Cerro Blanco en Asunción Mita. El segundo, el nombramiento de Daniel Pascual, director de CUC, como director de FONTIERRAS. El tercer fue quizás el más significativo: Semilla empezó a trabajar una ley de aguas a través del MARN.

Propuestas de ley de aguas

Se supone que promover una ley de aguas, que no era su plan inicial, fue un intento de Semilla para recuperar impulso en su lucha contra la corrupción y reconectar con sus bases en las organizaciones. Aunque algunos del movimiento desconfiaban, otros tenían esperanzas y muchos fueron invitados a participar.

La pregunta para los movimientos no es si aprobar una ley de aguas, si no ¿cuál ley? El movimiento por el agua se había dividido sobre propuestas distintas, pero estaba unido en la oposición a las iniciativas de la industria, que muchos veían como el peor resultado que legalizaría el abuso industrial. Semilla también anunció la creación de un gabinete del agua para coordinar la gestión del agua en los ministerios clave.

El entusiasmo por la propuesta de Semilla se fue apagando a mediados de septiembre, cuando circuló una fotografía de personas invitadas a la conferencia “Agua Limpia, Desarrollo Humano”, dirigida por la vicepresidenta Herrera en la que el expresidente de derecha de Colombia Iván Duque, fue el orador principal. Otros participantes incluyeron a Alex Guerra, científico principal del Instituto para el Cambio Climático, financiado por la industria azucarera y vilipendiado en las comunidades costeras. Aunque hubo otros espacios, no se invitó a nadie del movimiento del agua.

La semana siguiente, las Autoridades Ancestrales Indígenas de Iximulew, una figura clave en el Paro, grabaron un video y redactaron una declaración criticando a Semilla por trabajar en una propuesta sin la participación de los movimientos. REDSAG lo circuló en línea (del 15 al 20 de septiembre). En septiembre, se formó una nueva alianza entre CUC, CCR, REDSAG y otras organizaciones para defender el agua, evidentemente para incidir en la formulación de la propuesta.

Conclusión

El movimiento por el agua fue una inspiración para los planes de desarrollo de Semilla, movilizó a comunidades y redes para votar para ellos y apoyó al Paro que les dejó entrar en poder, un Paro que se construyó a partir del modelo de la Marcha para el agua.  En este sentido, Semilla es un producto del movimiento social y su mecanismo, y no al revés. La politización de las violaciones sistemáticas de los derechos al agua en la economía extractiva dio urgencia a la necesidad de una transformación de largo alcance del estado y la sociedad de Guatemala. El movimiento por los derechos al agua dio forma al Paro al colocar demandas indígenas específicas en el centro de las críticas a la corrupción, lo que dio forma a la importancia del Paro para las comunidades rurales.

Es irónico que Semilla, un partido mestizo, fuera el beneficiario de procesos de organización liderados por movimientos indígenas. Mantener una dinámica positiva entre el movimiento del agua y el Estado abre un nuevo potencial para la transformación social, pero también contiene peligros.

Una propuesta de ley de agua popular, con mecanismos adecuados para su aplicación y arraigada en los sistemas de valores indígenas, podría proporcionar una herramienta poderosa para que los movimientos den forma a la política nacional de desarrollo. Pero hay preocupación de que Semilla adopte una propuesta debilitada y favorable a la industria, reforzando un desarrollo desigual y ambientalmente destructivo, mientras que aborda superficialmente los abusos más atroces de la economía extractiva neoliberal y cooptando a activistas clave, reduciendo el potencial organizativo del agua, limitando así el alcance de la transformación política de Guatemala.

Semilla tiene una elección clara: está con los defensores del agua, que los apoyarán si continúan luchando por ellos, o está con la industria y las élites. ¿Va a cumplir con su deber histórico con la sociedad guatemalteca, o no? Una respuesta quedará en evidencia en la propuesta de ley de aguas que surja de este proyecto. Si la propuesta se acerca a las demandas del movimiento, podría ser un pararrayos para las organizaciones de base en apoyo de Semilla, dándoles el respaldo que necesitan para reemplazar a la fiscal general y rehacer el Congreso y los tribunales. Si la propuesta concede demasiado a las demandas de la industria, los movimientos se volverán contra el gobierno mientras éste sufre una muerte por 1000 cortes.

[1] Profesor, Virginia Tech, Estados Unidos

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