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Créditos: COPADEH
Tiempo de lectura: 5 minutos

“Aquí no lloró nadie

Aquí solo queremos ser humanos

Darle paisaje al ciego

Sonatas a los sordos

Corazón al malvado

Esqueleto al viento”

Otto René Castillo

Por Fernando López

 El 29 de diciembre de 2024, se realizó un acto conmemorativo por el 28 aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz en Guatemala, se presentó la primera versión coral de la canción “Aquí solo queremos ser humanos”.

Inspirada en los versos de Otto René Castillo y musicalizada por Fernando López, la interpretación estuvo a cargo del coro infantil indígena Encanto de Comalapa durante la ceremonia del Cambio de la Rosa de la Paz.

El evento se llevó a cabo en el Palacio Nacional de la Cultura como parte de las actividades organizadas por DIFOPAZ-COPADEH. Esta ceremonia incluyó intervenciones artísticas, como la interpretación coral y una muestra fotográfica que buscó reflexionar sobre los avances y desafíos en la construcción de paz, justicia y reconciliación en el país.

La canción interpretada, ahora en su versión coral, aborda la importancia de preservar la memoria histórica de Guatemala y rinde un homenaje a los poetas desaparecidos durante el conflicto armado interno: Otto René Castillo, Roberto Obregón Morales, Alaíde Foppa, Luis de Lion, Willie Miranda, entre cientos de artistas hombres y mujeres.

La actividad también sirvió como un espacio para exigir justicia y dignificación para las víctimas de violaciones de derechos humanos en el contexto del conflicto armado interno.

Además, la presentación de “Aquí solo queremos ser humanos” es una pieza importante para conocer el papel del arte en la recuperación de la memoria histórica y la promoción de la justicia. La canción, que ha trascendido como un símbolo de resistencia y esperanza, también llama a reflexionar sobre el impacto de la violencia en el tejido social del país y la necesidad de acciones concretas para garantizar la reparación y la no repetición.

 

-Breves notas autoetnográficas-

-I-

La composición de la canción inspirada en los versos del poema

“Aquí solo queremos ser humanos”

fue un proceso creativo/memorial y somático/social

que se fue haciendo sonoro a lo largo del tiempo

hasta convertirse en un himno de paz

para exigir justicia por los poetas desaparecidos.

El primer encuentro con el poema se dio en 1978 y despertó en mí la profunda emoción de descubrir que esos versos daban voz a mi propia historia como niño – adolescente galopando al lomo de una generación marcada por el sangriento conflicto armado interno.

Así, cuando recién cumplía doce años intuitivamente empecé a cantarlos buscando mantener esa emoción en mi memoria/histórica/particular para que nunca escapara del tiempo.

El contorno musical propicio para enfatizar las ideas versificadas del poeta se fraguó lentamente, al calor de un contexto social donde la violencia estatal contrainsurgente en Guatemala se intensificaba en los años ochenta.

Al fragor de esta década violenta, la emoción que despertaba el poema completo fue finalmente decantando en una melodía sencilla, unida al contorno de los versos libres e intercalando motivos melódicos con recitativos que enfatizan los versos reivindicativos de Castillo.

Estos versos punzantes se posicionaron, junto a los de otros poetas, hombres y mujeres desaparecidas, en canciones que dan cuenta de los inicios sangrantes de mi carrera como cantautor/rebelde con causa. Estos poetas, hombres y mujeres dieron voz y espina dorsal a mi canto.

En 2011 fui invitado por Patrice Castillo, a producir e interpretar un homenaje musical -in memoriam- durante el acto de perdón del Estado guatemalteco por la desaparición y ejecución en 1967 de su padre, el poeta y combatiente Otto René Castillo junto a Nora Paiz y 13 campesinos del oriente del país. Sin embargo, nunca se ha hecho  justicia.

A este recorrido performático se sumaron otras importantes interpretaciones de la canción, desde versiones de grupos y artistas nacionales e internacionales.

El laurel más preciado para esta canción surgió del surco rebelde y de la resistencia de los pueblos originarios de Guatemala. La canción se convertiría en un canto colectivo para conmemorar a las víctimas y supervivientes del genocidio en Guatemala en mayo 2013, como respuesta social al fallo que condenó al ex dictador Ríos Montt a 82 años de prisión.

Así, se convertiría en una episteme poética musical  encarnada en la estrategia de resistencia de larga duración de los pueblos originarios de Guatemala.

Posteriormente se transformó también en un testimonio sonoro por la defensa de los DDHH en procesos de justicia transicional cuando fue entonada colectivamente una madrugada de marzo de 2018 luego de la sentencia condenatoria por la desaparición forzada del niño Marco Antonio y la violencia sexual contra Emma Molina Theissen.

La canción alcanzó ciudadanía latinoamericana el 2 de diciembre de 2018 junto a uno de los fundadores de la nueva trova cubana Pablo Milanés como canción de cierre de su concierto en el teatro al aire libre “Otto René Castillo”. Esta sería la única canción guatemalteca interpretada por Pablo Milanés en Guatemala junto a su compositor Fernando López y el cantautor nicaragüense Luis Enrique Mejía Godoy. 

-II-

El legado del poeta Otto René Castillo y de otros poetas,

hombres y mujeres, desaparecidos

sigue recreando nuestro presente histórico poético.

Hace pocos días DIFOPAZ – COPADEH solicitó mi anuencia para que esta canción que compuse inspirada en los versos de Castillo fuera incluida en la ceremonia de cambio de la Rosa de la Paz.

Por una afortunada causalidad resonó este 29 de diciembre de 2024 en las maravillosas voces indígenas del coro infantil “Encanto” de Comalapa, como estreno mundial de la primera versión coral de esta canción, en el marco de la conmemoración del 28avo aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz en Guatemala.

Escuchar esta canción que comencé a cantar cuando era un niño de 12 años y que me ha acompañado en cada uno de mis conciertos desde entonces, en las voces de niñas y niños de 6 a 15 años, representó para mí una experiencia profundamente conmovedora al punto de arrancar mis lágrimas desbaratadas de ternura.

Solo puedo pensar que esta sincronicidad multivocal se hilvanó a lo largo del tiempo junto a mi voz, para llegar hasta ese día y exigir públicamente al Estado de Guatemala para que se haga justicia por los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos contra Otto René Castillo, Roberto Obregón Morales, Alaíde Foppa, Luis de Lion, Willie Miranda, entre cientos de artistas hombres y mujeres, indígenas y no indígenas y de todas las identidades sexuales que siguen esperando ser dignificados y rescatados del ámbito del olvido.

Esta demanda pública, expresada en el marco de la conmemoración del 28avo aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz en Guatemala, es un emplazamiento al actual gobierno para subsanar esta gran deuda estatal.

Pero también es mi proclama que anuncia el inicio de la investigación de la práctica artística en contextos de participación política para la recuperación de la memoria histórica artística y poética en Guatemala.

Esta memoria histórica artística y poética que aún es vista de soslayo, deberá ser nombrada y escrita colectivamente, pero fundamentalmente desde las voces y plumas de artistas comprometidos con el legado amoroso, estético y político afectivo de creadores y creadoras guatemaltecas que fueron segados por el odio y la noche genocida en este “bello y horrendo país” (ORC).

Y quienes desde la humedad de la tierra proclaman:

“aquí no lloró nadie, aquí solo queremos ser humanos” (ORC).

 

 

Fernando López – Trovador

Etnomusicólogo Suma Cum Lauden | Investigador PhD en Práctica Artística para los DDHH

Universidad de Limerick, Irlanda.

Guatemala de la Asunción, 29 de diciembre 2024.

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