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Créditos: Wellinton Osorio
Tiempo de lectura: 3 minutos

 

La familia Rustrían López no solo prepara los platillos culinarios de estas fechas, sino que también han sumado a su menú comidas innovadoras. Su principal objetivo año con año es mantener viva las tradiciones con recetas compartidas por sus antepasados.

Texto y fotos por Wellinton Osorio

Cada 1 y 2 de noviembre, las familias guatemaltecas conmemoran el Día de los Todos Santos y de Difuntos con tradiciones que van desde la visita a cementerios hasta los platillos culinarios de la época. En San José Pinula, un municipio al oriente del departamento de Guatemala, la familia Rustrían López desde hace más de 25 años tiene un negocio familiar que ofrece dulces en conserva, el fiambre entre otros.

Este negocio se ubica cerca del cementerio Jardines de San José a donde acuden vecinos y visitantes de comunidades aledañas.

Los preparativos iniciaron el lunes 28 de octubre. “Comenzamos desde temprano para que hoy todo esté listo y fresco”, comenta Cervelino Rustrían López, quien cada año, junto con su familia elabora fiambre y conserva de frutas en miel. “Es un trabajo de familia, todos tenemos un rol: unos pelan y cocinan, otros preparan las mieles y la decoración. Todos colaboran para que la tradición siga viva”, relata.

Al amanecer cada 1 de noviembre, el hogar de los Rustrían López se convierte en un ir y venir de actividades para que a las 7:00 de la mañana estén listos los dulces de chilacayote, camote, higo en miel, así como las manzanillas y jocotes.

Estas conservas, junto con el tradicional atol de elote son de los platillos más buscados por los vecinos. “Sabemos que muchas personas ya no tienen tiempo de preparar estos platos, pero aquí pueden venir a degustarlos y llevarse un poco de la tradición a casa”, mencionó Cervelino.

La venta de estos platillos se ha convertido en un punto de encuentro para quienes buscan los sabores de antaño y viajan entre Palencia y las comunidades de la montaña de San José Pinula hacía la capital o carretera a El Salvador.

Además de los dulces típicos y el fiambre, los Rustrían López han sumado a su menú la pilollada española, así como otros platillos innovadores. “Tratamos de añadir algo nuevo cada año, respetando siempre las recetas originales que nos enseñaron nuestros abuelos”, dice uno de los familiares.

La familia trabaja coordinadamente para cumplir con los encargos anticipados y para atender a quienes al pasar se detienen para disfrutar de sus dulces y refacciones. Mientras los abuelos mantienen vivas las recetas, los más jóvenes decoran los platos y atienden la venta. “Esta es una tradición familiar que queremos que siga por muchos años más”, concluye Cervelino.

En esta época, San José Pinula se viste de tradición gracias a familias como los Rustrían López, quienes, con cada platillo y conserva, no solo ofrecen un servicio, sino que también comparten una herencia culinaria que conecta a los visitantes con el pasado y mantiene vivas las tradiciones guatemaltecas.

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