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Créditos: Wellinton Osorio
Tiempo de lectura: 7 minutos

 

Raúl Humberto Gómez, de 42 años, es originario del municipio de Palencia, en el departamento de Guatemala. Actualmente es miembro de la Cofradía de la Virgen del Rosario, una de las más antiguas de Palencia, fundada en 1909. Raúl Gómez comparte cómo el arte de crear altares y arreglos florales se ha vuelto su misión y su manera de conectar con la comunidad. Desde niño sintió una inclinación especial por el ámbito religioso, en particular por la elaboración de altares para celebraciones litúrgicas y eventos religiosos, un camino que ha cultivado a lo largo de los años.

Por Wellinton Osorio

En el marco de las celebraciones del 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, y el 2 de noviembre, Día de los Difuntos, la confección de altares se convierte en una manifestación cultural que evoca recuerdos y tradiciones familiares. Estas fechas marcan el inicio de una temporada en la que los altares, rezos, posadas y nacimientos se integran a la cotidianidad de muchos pueblos en Guatemala.

Raúl Humberto Gómez, de 42 años, es originario del municipio de Palencia, en el departamento de Guatemala. Actualmente es miembro de la Cofradía de la Virgen del Rosario, una de las más antiguas de la parroquia San José Palencia, fundada en 1909. Raúl Gómez ha encontrado en el arte de crear altares y arreglos florales una misión que le permite conectar con su comunidad. Desde niño sintió una inclinación especial hacia el ámbito religioso, dedicándose a la elaboración de altares para celebraciones litúrgicas y eventos religiosos, un camino que ha cultivado a lo largo de los años.

“Una de las cosas en las que me he enfocado es en el círculo religioso, sobre todo en la elaboración de altares, ya sea para difuntos, rezados y los nacimientos. Es algo que me apasiona y que traigo desde muy pequeño”, dice Raúl, mientras describe cómo ha mantenido esta práctica como parte esencial de su vida desde que tenía 8 años.

Este proceso, llevado a cabo por Raúl, no solo es un ejercicio artístico, sino un ritual que honra la memoria de aquellos que han partido y refuerza la conexión con la comunidad y la espiritualidad. A través de cada pieza que selecciona y cada detalle que configura, narra una historia de amor, respeto y continuidad.

Foto de Wellinton Osorio

La tradición en cada detalle

Cada altar tiene su propio mensaje, detalla Raúl, ya que sus representaciones buscan reflejar momentos significativos de la fe y la cultura del municipio. Por ejemplo, para la celebración de octubre, donde se honra a la Virgen del Rosario, su altar estuvo coronado por un palio y rodeado de cuatro velas artesanales, custodiado a los lados por imágenes de San Francisco y Santo Domingo. Este diseño no es arbitrario; Gómez aclara que los santos representan el significado del mes del Rosario, mientras que los elementos reflejan la temática que él desea plasmar en su obra.

“Para cada altar nos inspiramos en un tema, en este caso, el mensaje era ‘Reina del Santísimo Rosario’, por lo que la figura central tenía que reflejar ese título”, comenta Raúl. La importancia de cada detalle es un aspecto fundamental para él, ya que cree que el altar no solo debe ser bello, sino también transmitir el mensaje de la festividad que representa.

Foto de Wellinton Osorio

Escenas de fe y simbolismo

La creación de los altares no se limita a festividades religiosas, sino que también comprende el diseño de escenas bíblicas en los nacimientos. Raúl Gómez recuerda cómo un año utilizó la imagen de la Samaritana para representar la escena en la que Jesús se le presenta junto al pozo, como símbolo de fe y perdón. “Para un altar de nacimiento, siempre se trabaja con un lema o mensaje, que puede reflejar un momento significativo de la vida de Jesús. Esto ayuda a las personas a conectarse más profundamente con la escena”, indica.

También elabora altares para Corpus Christi, una de las festividades religiosas más importantes en su comunidad. Para esta ocasión, Raúl diseñó un altar en el que integró a la Sagrada Familia en representación de la custodia y la eucaristía, simbolizando la continuidad de Jesús desde su nacimiento hasta su sacrificio.

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Un arte colaborativo y familiar

Raúl no está solo en esta misión. A lo largo de los años, ha compartido y aprendido este arte de la mano de familiares y personas cercanas que también son parte del circuito de altares en Palencia, Guatemala. Recuerda, especialmente, cómo su abuela fue quien le enseñó a diseñar nacimientos y altares sencillos desde los ocho años, siendo ella una gran influencia para su carrera. “Mi abuelita fue quien me inculcó este amor por el arte de los altares. Empezamos haciendo cosas muy sencillas, pero ese tiempo y su dedicación me ayudaron a valorar lo que realmente significa cada detalle”, rememora con cariño.

En trabajos más extensos, Raúl Gómez colabora con otras personas que también practican este arte en Palencia. Tal es el caso de Rebeca Girón, una amiga que lo asiste cuando las demandas del proyecto superan su capacidad individual. Esta colaboración ha sido clave para él, ya que, aunque su creatividad y talento son evidentes, reconoce la importancia de la ayuda mutua en los proyectos de mayor envergadura.

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Superando desafíos y preservando la tradición

Aunque su pasión por los altares es clara, Raúl también se ha enfrentado a desafíos que le dificultan ejercer su labor. Sin acceso a un vehículo propio, a menudo debe depender de transporte público para llevar sus materiales a comunidades lejanas. Aun así, su entusiasmo no se ve mermado; hace poco tuvo que desplazarse hasta la aldea La Yerbabuena, a más de una hora y media de distancia, para confeccionar un altar completamente en blanco que impresionó profundamente a la familia solicitante.

“No puedo manejar ni carro ni moto, pero aun así logré llegar. Fue un reto, pero ver la satisfacción de la familia cuando el altar estuvo terminado hizo que todo valiera la pena”, cuenta Raúl quien, a pesar de los obstáculos, se siente motivado por la gratitud y la admiración de quienes observan su trabajo.

Elementos que no pueden faltar y el significado detrás de las flores

Para Raúl Gómez, un altar siempre debe incluir ciertos elementos esenciales. “Lo fundamental son las velas y una imagen que represente a Jesús o a la Virgen Santísima, ya que simbolizan la fe y la protección”, menciona. Al hablar de los arreglos florales, dice que estos se adaptan según los deseos de cada familia. Algunos prefieren tonos coloridos, mientras que otros optan por una paleta en blancos, rosas o colores sobrios. Para él, lo importante es que los arreglos florales transmitan lo que la familia desea reflejar del ser querido al que rinden homenaje.

“Lo que me distingue es que me adapto a lo que cada familia quiere ver en el altar. Ya sea con gladiolas, crisantemos o flores exóticas como las aves del paraíso, me esfuerzo por crear algo que honre sus deseos”, dice con una sonrisa de satisfacción.

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La temporada de los nacimientos y pesebres

En un mundo donde la tradición puede ser reemplazada por la inmediatez, Raúl Humberto Gómez se erige como un guardián de las costumbres de Palencia. Su arte no solo enriquece las festividades religiosas, sino que también preserva un aspecto fundamental de la cultura local. “Hay mucha gente que lo hace por hobby, pero yo siento que esto es algo que llevamos en la sangre, algo que aporta mucho a la cultura de Palencia”, reflexiona.

Raúl comparte su proceso de creación en la construcción de pesebres, un trabajo que ha desarrollado de manera empírica y que cada año perfecciona con nuevas ideas y detalles. Al iniciar un nuevo montaje, comienza con una visión general de cómo desea que se vea el pesebre final, aunque frecuentemente tiene que ajustar detalles sobre la marcha. “Este montaje, por ejemplo, me llevó alrededor de dos semanas. Lo empecé a mediados de octubre y trabajo los fines de semana. Algunas piezas ya vienen armadas, pero otras, como el empedrado, las hago desde cero”, comenta.

El montaje requiere no solo habilidad técnica, sino también un buen ojo para el color y el diseño. Aunque Raúl no tiene formación formal en pintura, consulta con expertos en teoría del color para garantizar que la paleta sea armoniosa y adecuada al ambiente que busca crear. “A la hora de matizar los colores, busco que todo conjugue, porque si se colocan colores que no combinan bien, el montaje pierde realismo”, dice. Su conocimiento empírico es clave para esta tarea, y el proceso de selección de colores y diseño le permite lograr un equilibrio visual que da vida al pesebre.

Raúl también destaca que este tipo de montaje implica una inversión significativa. “Solo el montaje básico puede costar entre Q4,000 y Q5,000, y si se busca algo más elaborado, puede alcanzar los Q10,000”. Muchas de sus figuras tienen varios años de historia; por ejemplo, los Reyes Magos y sus camellos los adquirió hace siete años. “El Niño Dios que ves ahí tiene 20 años; fue un regalo que traje justo antes de que falleciera mi abuela, así que también lleva un valor sentimental añadido”, cuenta.

Foto de Wellinton Osorio

Para Raúl, el poder transformar una idea en una obra tangible y significativa es su mayor recompensa. Con cada altar, cada flor y cada escena representada, mantiene vivo un arte que conecta el pasado con el presente, llevando a su comunidad la paz y la belleza de una tradición que sigue floreciendo en sus manos.

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