Los resultados dependerán, al final, de un puñado de estados en que ninguno de los candidatos tiene mayoría clara, y en algunos de esos lugares, como Nevada y Arizona, los votantes latinos tienen el poder de definir la elección. En general, las latinas se inclinan por Kamala Harris, la candidata demócrata.
Por Héctor Silva Ávalos
Jessy Mejía es salvadoreño-americana, vive en el estado de Maryland, es demócrata y lleva años trabajando como consultora política para candidatos de ese partido, algunos de ellos de origen latinoamericano. Ella es una de las votantes que piensa que en la elección presidencial estadounidense las líneas raciales y de género serán decisivas.
En unas elecciones que se cuentan entre las más reñidas de la historia estadounidense, con los candidatos empatados en todas las encuestas serias, el resultado final se definirá por unos pocos votos, en lugares muy específicos, por bloques de votantes muy concretos. Entre esos grupos que pueden ser definitorios está el de las mujeres, y de forma más específica el de las mujeres latinas, más favorables a la demócrata Kamala Harris en estados en donde no está claro si la favorita es ella o el republicano Donald Trump.
Para Mejía, una segunda presidencia de Donald J. Trump, el magnate inmobiliario neoyorquino que ya ganó su boleto a la Casa Blanca en las elecciones de 2016 y perdió su reelección en 2020, sería nefasta para las mujeres en general y para las latinas en específico.
Mejía acude a una decisión reciente de la Corte Suprema de Justicia, de mayoría conservadora gracias a la correlación impuesta por los magistrados elegidos durante la presidencia Trump, que falló contra la salud reproductiva de las mujeres al derogar la llamada ley Roe. vs. Wade, para explicar la incidencia de las políticas del trumpismo en las mujeres y en su voto. Ese es el contexto en que ocurrirán las presidenciales, dice la salvadoreña-americana.
“La Corte Suprema ya dio dos respuestas sobre los derechos de las mujeres en este país y sobre la inmunidad que tiene el presidente por los actos que ha hecho o puede hacer en la Casa Blanca. La Corte Suprema ya declaró que los derechos reproductivos de las mujeres y la decisión sobre sus propios cuerpos ya no existen”, dice Mejía.
La decisión republicana de limitar los derechos reproductivos de las mujeres ya pasó factura al partido de Trump, que en las elecciones legislativas de 2022 fue incapaz de ganar mayoría en el Senado y vio reducido su número de sillas en la cámara baja debido al rechazo de mujeres -simpatizantes republicanas y demócratas por igual- a lo largo del país. La influencia que la restricción de esos derechos tuvo en el bloque de votos femeninos fue fundamental en aquel resultado, según coincidieron en su momento decenas de especialistas citados en medios de comunicación como la National Public Radio. La esperanza de los demócratas es que esa brecha de género abierta por el trumpismo se mantenga o amplíe en las presidenciales que se celebran este martes 5 de noviembre.
El rompecabezas del sistema electoral estadounidense y el voto de las latinas
Estados Unidos es un país partido a la mitad en la previa de la elección presidencial. Kamala Harris y Donald J. Trump llegan a las urnas con el 48% de las preferencias -décimas más, décimas menos- cada uno. En ese escenario, los votos en lugares específicos y de grupos muy concretos de población serán determinantes para inclinar la balanza.
Entender cómo votos de poblaciones concretas como las mujeres latinas pueden ser decisivos pasa por revisar las encuestas y estadísticas más recientes sobre este ciclo electoral en Estados Unidos, donde al presidente lo escogen los colegios electorales distribuidos en los 50 estados de la Unión. Esos colegios, repartidos de acuerdo a la cantidad de población, son ganados, en general, por quien obtenga la mayoría de los votos en cada estado.
Atendiendo a los resultados históricos de los últimos 40 años y de las preferencias expresadas en los sondeos de cara a esta elección, es certero decir que Kamala Harris tiene en la bolsa 226 y Trump 219 votos electorales de los 270 que son necesarios para llegar a la Casa Blanca. ¿De dónde saldrá el resto? De siete estados que no votan siempre por uno u otro partido, y que en los últimos años han ido a los demócratas o a los republicanos dependiendo del candidato y de las circunstancias. Esos estados son Michigan, Wisconsin y Pensilvania, en el norte industrial; Georgia y Carolina del Norte, en el sur; y Arizona y Nevada, en el suroeste, donde el voto latino es más importante debido a la cantidad de población de ese origen.
Para llegar a los 270 votos electorales, Kamala Harris tendría que ganar los tres estados del norte industrial, en los que tiene una leve ventaja, o uno de esos estados y los dos los del suroeste, donde los demócratas cuentan con ser capaces de convencer a buena parte del voto latino.
Si se parte de la tendencia estadística recogida de la última elección legislativa, donde el voto femenino -incluido el de las latinas- fue fundamental para detener la recuperación que mostraban los republicanos en las encuestas tras la pérdida de la Casa Blanca en 2020, y de la creciente importancia del voto latino en las últimas elecciones, no es aventurado decir que el de las mujeres latinas es un grupo que podría definir la elección a favor de Kamala Harris.
Geoff Thale, un activista proderechos humanos que fue presidente de la influyente Oficina de Asuntos Latinoamericanos (WOLA), es uno de los miles de voluntarios simpatizantes del partido demócrata que, conscientes de la importancia de las votantes latinas, estuvo hasta último momento animando a esas mujeres salir a votar. El lunes 4 de noviembre, pocas horas antes de la apertura de los centros de votación, Thale seguía en una operación de visita casa por casa en Milwaukee, Wisconsin, buscando convencer a las mujeres latinas de votar por Kamala Harris.
“El tema de los derechos reproductivos y el acceso a salud… y lo que este presidente ha dicho en el pasado que hace pensar que es un hombre capaz de imponer el fascismo en los Estados Unidos” son los puntos de conversación que Thale compartió con potenciales votantes latinos y latinas en Walker’s point, un barrio en el sur de Milwaukee que hace tres décadas estaba habitado sobre todo por blancos y hoy es hogar de decenas de familias mexicanas y centroamericanas.
Milwaukee es la ciudad más importante en el estado de Wisconsin, uno de los lugares dominado por votantes indecisos. Este estado, como Pensilvania en el este del país, está compuesto por una población rural que vota mayoritariamente a Trump y por un voto urbano que fluctúa. “Aquí lo que va a hacer la diferencia es que el voto urbano sea más, será esencial que esos votantes salgan y que haya una buena cantidad de mujeres latinas”.
Thale, como la salvadoreña Jessy Mejía, cree que las decisiones de los republicanos en temas de salud reproductiva han creado una brecha de género en el electorado estadounidense del que Kamala Harris puede salir favorecida. Y, en el caso de las latinas, al repudio a políticas misóginas se suma el rechazo a los postulados racistas y antiinmigrantes de Trump.
“Es nuestra dignidad ante todo”
Para mediados de este año, cuando el presidente Joe Biden aún era el candidato de los demócratas, los latinos estaban igual de divididos en sus preferencias de cara a las elecciones presidenciales. En junio de 2024, Trump y Biden compartían un porcentaje igual -36% cada uno- de preferencias entre los votantes latinos de acuerdo con el Pew Research Center, una de las casas de análisis estadístico más prestigiosas del país. Cuando Kamala Harris sustituyó a Biden como aspirante demócrata a la presidencia, el asunto cambió: en septiembre, la candidata contaba con el 57% de las preferencias entre los votantes latinos registrados.
“Me cuesta siquiera pensar en un latino que vote por Trump o que diga que va a votar por él, si él nos desprecia”, dijo a Prensa Comunitaria una inmigrante guatemalteca recién llegada quien pidió omitir su nombre. Pero los hay. De hecho, Trump ha atraído a un importante número de votantes latinos, sobre todo hombres.
De acuerdo con una encuesta publicada por la cadena televisiva NBC, a finales de octubre, el porcentaje de latinos que apoyan a Harris y a Trump es igual: 47% cada uno. Entre las mujeres, sin embargo, la candidata demócrata está arriba por 26 puntos. De nuevo: el voto de las latinas puede ser decisivo.
Otro votante, también guatemalteco, dijo a Prensa Comunitaria que, en su opinión, muchos latinos apoyaban a Trump por sus políticas conservadoras. “En el fondo compartimos la ideología republicana porque somos conservadores, cristianos, opuestos al aborto y al reconocimiento de la comunidad LGBTIQ… Si algunos terminan apoyando a los demócratas es únicamente por el tema migratorio”, dijo este hombre, vecino de Washington, DC y quien se declaró partidario de Trump y pidió que se omitiera su nombre.
Para la salvadoreña Jessy Mejía, no apoyar a Trump y a los republicanos es también un asunto de dignidad. “Soy ciudadana americana y latina, y ante todo soy latina. En este contexto ya sabemos lo que traería una presidencia de Trump: estamos en el punto de mira… Él ya ha dicho lo que va a hacer: deportaciones masivas, aparte de humillar y criminalizar”, dice. Pero, sobre todo, está la dignidad. “Ha dicho que somos animales, que somos el veneno de la sangre americana. Es nuestra dignidad ante todo. Una administración Trump sería una amenaza, la continuación de la degradación de los derechos humanos de los latinos en este país”, concluye.
A Brenda Castellanos, guatemalteca residente en Brooklyn, Nueva York, desde hace 21 años y socia de un exitoso restaurante de comida de Guatemala, también le disgusta el discurso de odio a los migrantes.
“Me interesa el tema de los niños cruzando las fronteras, lo veo como mamá… para mí eso es inaceptable, y como los gobiernos son tan inhumanos que no les interesa. Me molesta, me enoja y me avergüenza. Todo nos hace actuar acá con otros ojos. Aquí hay quienes dicen que los latinos les están quitando los trabajos; si alguien que apenas sabe leer y escribir y no habla inglés te quita el trabajo, algo está mal”, dice Castellanos.
Geoff Thale, el activista demócrata y expresidente de WOLA, dice que, en sus rondas en los barrios latinos de Milwaukee, observó como la retórica antiinmigrante ha despertado la indignación entre los votantes de origen mexicano y centroamericano. Esa retórica, asegura, es reconocida como algo que ha crecido durante el trumpismo.
Cuando, a finales de octubre, las encuestas hablaban de que los hombres latinos se empezaban a inclinar más por Trump, las alarmas saltaron en el cuartel demócrata. Por eso llegó como un alivio todo el discurso xenófobo desplegado por simpatizantes de Trump durante un acto en el Madison Square Garden de Nueva York, incluida la referencia derogatoria que un comediante hizo en un evento de la comunidad puertorriqueña.
Al final, serán los pequeños movimientos en esos bloques específicos de votantes, mujeres, latinas, afroamericanas -cuya masiva preferencia por Harris también parece compensar la creciente preferencia de los hombres afroamericanos por los republicanos-, en estados concretos los que terminarán decidiendo si Donald Trump llega a la Casa Blanca o si lo hace Kamala Harris, que de ganar sería la primera mujer, de origen afrojamaiquino e indio, en ocupar el puesto de presidenta de los Estados Unidos y comandante en jefa de sus fuerzas armadas.