Miles de personas, entre locales, migrantes retornados, extranjeros y visitantes llenan el municipio de Todos Santos Cuchumatán, en el departamento de Huehuetenango, cada 1 de noviembre para presenciar el icónico “Juego de Gallos”.
“Juego de Gallos” o “Sqech Koya” en el idioma Mam hace referencia a la tradición en la que los jinetes se visten como gallos, colocando cintas en sus sombreros. Además, durante el juego, los jinetes sacrifican gallos como ofrenda a la Madre Tierra, pidiéndole permiso para trotar o correr sobre animales desconocidos en estas tierras, tal como se hacía en tiempos antiguos.
Esta tradición es una de las actividades principales de la celebración en honor a los difuntos y una muestra de la identidad cultural y la resistencia del pueblo maya Mam en el occidente de Guatemala.
Por Alex PV
Desde el 31 de octubre hasta el 2 de noviembre, Todos Santos Cuchumatán, en Huehuetenango, se llena de colores para celebrar su fiesta patronal en honor a Todos los Santos y Difuntos. Cada año se realizan diversas actividades, entre las que destaca principalmente el Juego de Gallos, una corrida de caballos que tiene lugar el 1 de noviembre en la cabecera municipal.
Jun Kanek Nimwitz Pérez, uno de los jóvenes jinetes que lleva tres años participando en el Juego de Gallos, que se realiza todos los años en Todos Santos Cuchumatán, manifiesta que el motivo de montar a caballo este año es para honrar la memoria de su abuelo.
Él narra que cuando era niño su abuelo le decía que si algún día quería rendirle homenaje lo hiciera montando a caballo, el 1 de noviembre, especialmente si dejaba caer su sombrero al suelo.
También participa en memoria de su abuela, quien se dedicó a preservar las tradiciones del pueblo, incluida la indumentaria y los tejidos que hoy se lucen en los hombres montados a caballo. “En estas festividades yo quisiera que mostraran el tejido que estoy heredando”, decía su abuela en vida.
Esa es una de las razones por las que Jun Kanek participa, además de ser una herencia generacional, ya que su padre, Fortunato Pablo Mendoza, también es jinete. Esta tradición se replica en otras familias, siendo un legado que pasa de abuelos a padres y de padres a hijos.
Este año, Jun Kanek perteneció al grupo de los hermanos Pablo Pérez, liderado por el primer capitán Víctor Pablo Pérez y conformado por 12 jinetes, todos familiares.
Todos Santos se encuentra en la Sierra de los Cuchumatanes, a unos 45 kilómetros al norte de Huehuetenango. Es un municipio maya Mam conocido por la preservación de su colorida indumentaria, tanto en hombres como en mujeres. Los habitantes se dedican principalmente al tejido en telar de cintura, así como a la producción de papa y café.
El pueblo se encuentra a una altitud aproximada de 2,500 metros sobre el nivel del mar, mientras que en los alrededores, en la Sierra de los Cuchumatanes, algunas zonas alcanzan alturas de hasta 3,800 metros, lo cual convierte a esta región en una de las más elevadas de Guatemala y Centroamérica.
Un día en la vida del jinete
Las actividades comienzan el 31 de octubre con la llegada de los caballos al municipio. Estos caballos, que son alquilados durante los días de la festividad, son traídos desde la aldea Chancol, Huehuetenango. Los jinetes se dividen en grupos de 10 a 15 integrantes, liderados por un representante llamado primer capitán. Este año participaron 14 grupos, con un total aproximado de entre 100 y 115 jinetes.
Los caballos, provenientes de Chancol, son trasladados en camión durante la mañana hasta La Ventosa, un lugar cercano desde donde se dirigen a la cabecera municipal de Todos Santos Cuchumatán. En este punto los caballos son bajados y entregados a cada grupo, después de haber sido purificados por un guía espiritual, al igual que los jinetes.
Tras la entrega, los jinetes montan sus caballos y se dirigen hacia el municipio, donde son recibidos por el alcalde municipal, Tomás Pablo Ramos, las representativas del pueblo “Techlal Tnom” (representante del pueblo en español), y una multitud de personas locales y visitantes en el parque central.
Cada grupo es recibido por su nombre, bailan a caballo y luego reciben un obsequio del alcalde y de las representantes del pueblo, concluyendo con un baile entre los jinetes y las representativas.
Después del recibimiento, entre las 12 y la 1 del mediodía, cada jinete se dirige a su casa, donde la familia lo recibe con un almuerzo.
Posteriormente, todos los invitados y familiares comienzan a vestir al o a los jinetes con la indumentaria completa: pantalón rojo, camisa multicolor, listones en el sombrero, banda roja cruzando el pecho y la espalda con un pañuelo grande que cubre todo el hombro, además de pañuelos rojos en las puntas de las mangas y un pantalón negro.
Luego de vestir al jinete, los familiares preparan tamalitos, masa y atol en una canasta, para después acompañarlo a la casa del primer capitán. Al llegar, todos los invitados del jinete son recibidos por el anfitrión, quien le ofrece una o dos piezas de sones acompañados por la esposa, madre, abuela o alguna persona especial para ellos. El lugar se llena de los sonidos de la marimba y los gritos de los jinetes, quienes pasan el resto de la noche bailando y bebiendo, acompañados de sones tradicionales, generalmente interpretados por marimbistas locales del pueblo Mam.
En la mañana del 1 de noviembre, desde las primeras horas, los jinetes siguen con la misma vestimenta intacta del día anterior, a pesar de los movimientos realizados durante el baile y los efectos de las bebidas tradicionales consumidas la noche anterior. Los jinetes desayunan y preparan sus caballos para dirigirse a la pista del juego.
Antes de salir, el grupo de los hermanos Pérez Pablo, es llamado por la madre de los hermanos, Susana Pérez, quien comienza a rociar aguardiente sobre los caballos y sobre cada jinete, realizando una limpia de ojo, recargando energías y limpiando las malas vibras para fortalecer y equilibrar la energía de los caballos y de los jinetes.
Al llegar a la pista, el lugar se llena de colores gracias a los miles de visitantes, turistas y locales que asisten para observar el juego. El sonido de la marimba, ubicado en la entrada de la pista, acompaña la entrada de los jinetes, quienes se mezclan con el resto de los grupos. Los montadores comienzan a recorrer la pista, que tiene una longitud de cien metros (ida y vuelta), durante todo el día, culminando a las 5 de la tarde.
Entre nostalgia y alegría, Jun Kanek comenta que, en este día, siente como si estuviera volando en el aire junto a su abuelo durante la festividad en la pista de los jinetes.
El 2 de noviembre, los jinetes se dirigen a la entrada del cementerio general, donde cada grupo se ubica en un lugar acompañado por un grupo de marimbistas que los acompañarán durante el baile, que comienza desde la madrugada y continúa hasta la tarde y noche, con el fin de seguir celebrando y honrando a los santos y difuntos.
Mientras tanto, cientos de todosanteros ingresan al cementerio para encender una vela o una cadena en memoria de sus difuntos. Cuando llega la noche, los jinetes, cansados y bajo los efectos del licor, se marchan del lugar, prometiendo regresar el año siguiente.
La carrera es un acto de resistencia cultural
La carrera de caballos es una de las tradiciones más antiguas y representativas de la cultura maya en Guatemala. Su origen se remonta a tiempos coloniales. Algunos historiadores creen que los españoles introdujeron a los caballos como una forma de entretenimiento y también como un intento de imponer sus costumbres. Sin embargo, el pueblo maya Mam de la región adaptó esta práctica a su propia cosmovisión y valores culturales, transformándola en un evento lleno de significado ritual y espiritual.
En lugar de ser solo una competencia, la carrera se convirtió en un tributo a los antepasados y en un acto de resistencia cultural ante la opresión colonial.
Fortunato Pablo Mendoza, uno de los dirigentes comunitarios y jinete, narra que durante la invasión española se prohibió a los pueblos originarios poseer ganado (vacas) y caballos. Sin embargo, un grupo de jóvenes todosanteros, con valentía, comenzó a montar caballos para reivindicar a su pueblo, demostrando a los españoles que eran capaces de montar. Acompañados de un guía espiritual, lograron rescatar el valor y la capacidad de los pueblos originarios.
El guía espiritual que acompañaba al grupo sugirió a los jinetes que debían derramar la sangre de un gallo en lugar de la suya propia, como ofrenda a la Madre Tierra. En el plano espiritual, todos debían estar libres de problemas para acumular buenas energías y evitar cualquier percance durante el juego.
No existe un registro exacto que indique el año en que comenzó el Juego de Gallos de Todos Santos Cuchumatán en Huehuetenango. Sin embargo, se sabe que la tradición se remonta a la época colonial, posiblemente en el siglo XVI o XVII, cuando los invasores españoles introdujeron el uso de caballos en Mesoamérica.
En la actualidad, para los jinetes, el Juego de Gallos significa honrar a sus ancestros y reivindicar la lucha que lideraron sus antepasados contra los españoles durante la invasión.
El retorno de los migrantes
Durante estas fechas festivas, miles de migrantes todosanteros que trabajan en los Estados Unidos retornan a su municipio para convivir con sus familiares y paisanos. Cabe mencionar que la mayoría de los jinetes son migrantes retornados, ya que son los que tienen más posibilidades de participar, ya que, además del aspecto espiritual, se requiere un aspecto económico. Cada jinete gasta aproximadamente entre 10,000 y 15,000 quetzales en ropa, alquiler de caballo, bebida y alimentación.
Edgar Pablo Ortiz, un migrante todosantero proveniente de Oakland, California, cuenta que lleva 20 años en Estados Unidos. Actualmente, trabaja como traductor en dicho país. Su visita a su pueblo natal tiene como propósito apreciar el Juego de Gallos. Además, menciona que este año más de 5,000 paisanos han retornado para estar con su familia y disfrutar de las actividades durante los días de la feria.
Al igual que Pablo Ortiz, una paisana comenta que se fue a Estados Unidos cuando era niña. 25 años después, lleva 5 regresando en estas fechas para visitar a su familia y conocer un poco más de su país natal. Con dificultad al hablar el español, cuenta que cuando migró de manera irregular a Estados Unidos solo podía hablar el idioma Mam. Al llegar a su destino, aprendió inglés, que se convirtió en su idioma de uso diario en el trabajo en el extranjero. En paralelo, continuó comunicándose con su familia en Guatemala en Mam, por lo que nunca tuvo tanto acceso al idioma español, el cual le resulta difícil de hablar.
El rol de las mujeres en la tradición
El rol de las mujeres es uno de los más importantes, aunque, generalmente, es menos visible o puesto como prioridad, ya que comienza meses antes de las fechas en las que se lleva a cabo la festividad. Ellas son las encargadas, como esposas, madres, hijas, sobrinas, familiares cercanas o vecinas, de preparar los hilos para comenzar a urdir el tejido de los pantalones, camisas, cuellos y toda la vestimenta que los jinetes utilizan.
“Luego de tener todo eso listo, son ellas quienes preparan la casa para recibir a los invitados. Se preparan para hacer la comida y desvelarse, ya que se sirve café, atole de suchile y comida en todo momento, a cada persona que llegue como visita o simplemente a ver a los jinetes danzar en la casa”, agrega Ixmucané Ramírez, sobrina del primer capitán, Víctor Pablo Pérez.
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