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Créditos: Don Sebastián Félix, el último esquilador de ovejas en Comitancillo. Foto de Omar Pérez
Tiempo de lectura: 2 minutos

 

La migración y la importación de ponchos mexicanos ponen en riesgo el oficio de esquilador al punto que podría desaparecer, según don Sebastián Félix, que se ha dedicado a cortar la lana de las ovejas en Comitancillo, San Marcos.

Por Omar Pérez

Entre las neblinas de la zona alta de San Marcos, cada mañana don Sebastián Félix sale a ejercer el oficio de esquilador, es decir, cortar lana de ovejas, una actividad que realiza desde su juventud, pero que en la actualidad ha dejado de ser rentable ya que ha disminuido la venta de lana y la crianza de ganado ovino.

Según comenta don Sebastián, del pueblo Mam, se ha dedicado a esquilar desde los 16 o 17 años, actualmente tiene 69.

Foto de Omar Pérez

La lana de las ovejas se utiliza para la elaboración de chamarras, los cuales son usados por el frío de la región, sin embargo, la venta ha disminuido por la importación de ponchos mexicanos, que se comercializan a menor precio en el mercado local.

Otro de los factores que le impide seguir con el oficio, que ha realizado durante toda su vida, es la disminución de la crianza de ovejas en su natal aldea Tuilelen y otros municipios aledaños de Comitancillo.

Para Sebastián, en la actualidad son pocas las personas se dedican a esta profesión, pues inicialmente había cinco esquiladores en su aldea, pero ahora solo él realiza esta labor, porque las otras personas decidieron migrar, cambiaron de profesión, y otros fallecieron. Esta situación ha afectado el trabajo que por años ha desempeñado.

Don Sebastián Félix recuerda con nostalgia que cuando inició a esquilar cobraban 50 centavos por ovino, pero en la actualidad cobran Q10. “Antes se cobraba 50 centavos o un quetzal, pero ahora ya subió”, menciona.

Foto de Omar Pérez

Lamenta que ahora solo corta la lana de una o dos ovejas diarias, en un tiempo entre 20 y 30 minutos por cada animal, dependiendo el tamaño del mismo.

Para obtener los ingresos económicos de su sustento, don Sebastián sale todas las mañanas, cuando hay sol, y de casa en casa pregunta si desean que les corten la lana a las ovejas. Por las tardes descansa por el frío que se registra en el altiplano de San Marcos.

Los dueños de las ovejas se quedan con la lana, quienes suelen tirarla para que se pudra, y pocos son quienes utilizan este material para la elaboración de ponchos.

Foto de Omar Pérez

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