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El Salvador: Alejandro Muyshondt, el asesor de Nayib Bukele que supo demasiado y terminó muerto

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Créditos: Prensa Comunitaria
Tiempo de lectura: 25 minutos

 

Esta investigación especial revela que Alejandro Muyshondt tuvo acceso al círculo íntimo del presidenteNayib Bukele durante los dos primeros años de su primer periodo presidencial (entre 2019 y 2021), que conoció de iniciativas para espiar a opositores y periodistas y que denunció, a lo interno del gobierno y ante funcionarios extranjeros, casos de corrupción y sospechas de que aliados de Bukele estaban vinculados al narcotráfico. Ernesto Castro, actual presidente de la Asamblea Legislativa y entonces secretario privado de Bukele, le pidió montar una oficina de espionaje político. Testimonios de personas cercanas a Muyshondt y mensajería electrónica recuperada indican que el asesor de seguridad pública de Bukele sufrió malos tratos y deficiente atención médica después de ser detenido en agosto de 2023. El expediente médico levantado desde que fue ingresado a un hospital público, tras presuntamente ser golpeado, tiene decenas de contradicciones. La familia sospecha que Alejandro Muyshondt murió, según sugieren indicios encontrados en el cadáver, como consecuencia de torturas que pudo haber recibido cuando estuvo preso.

Por Héctor Silva Ávalos

“Me quieren quebrar el culo y lo peor es que es gente de mi bando”,  Alejandro Muyshondt

Alejandro Muyshondt supo mucho. Y lo supo pronto, cuando el gobierno para el que trabajaba, el del presidente Nayib Bukele, apenas arrancaba. Habían pasado poco más de siete meses desde la toma de posesión del nuevo mandatario, en junio de 2019, cuando ya Muyshondt sabía que algunos funcionarios, sobre todo en el gabinete de seguridad, habían montado redes de corrupción desde sus oficinas, que el diputado suplente al que Bukele acababa de nombrar jefe de prisiones desviaba fondos de las tiendas carcelarias y creaba plazas fantasmas y que otro diputado oficialista estaba implicado con las rutas del narcotráfico en el corredor norte del país.

Jorge Alejandro Muyshondt Álvarez, salvadoreño nacido el 12 de febrero de 1977, descendiente de un abuelo belga, especialista en informática, fue nombrado asesor nacional de seguridad al inicio del nuevo gobierno. Lo unía a Bukele una amistad que nació tras la fundación de Nuevas Ideas, el partido del nuevo presidente, y se había fortalecido luego de que Muyshondt le colaboró al político con asesoría informática para sacarlo de líos, como el  provocado por el “hackeo” que un equipo de bukelistas hizo en 2016 a La Prensa Gráfica, un periódico crítico, o como cuando en septiembre de 2019 ayudó a tumbar el portal de Revista Factum, un medio independiente que acababa de publicar la relación entre Bukele y 1.9 millones de dólares que le había entregado Alba Petróleos de El Salvador, una empresa señalada por lavar dinero del petróleo venezolano.

Desde que fue nombrado asesor de seguridad nacional, Musyhondt trabajó en inteligencia política y en ciberseguridad. En una oficina montada en Condado Santa Elena, en las afueras de San Salvador, financiada en parte con dinero de Casa Presidencial, el asesor recogía, entre otras cosas, información sobre la corrupción que, desde el principio, se enquistó en el nuevo gobierno.

También supo Muyshondt muy pronto que conocer aquello y denunciarlo le podía costar la vida. Porque Muyshondt denunció, primero al interior del gobierno y del partido Nuevas Ideas, y luego a investigadores estatales, salvadoreños y extranjeros.

“Me quieren quebrar el culo y lo peor es que es gente de mi bando”, dijo Muyshondt a uno de sus colaboradores en mensajes de WhatsApp. “Uno nunca sabe. Miedo a morir no tengo. Pero si me joden… quien se va a estar cagando de la risa en su tumba soy yo”, escribió el 14 de febrero de 2020. Los mensajes eran una premonición: casi tres años después, el 9 de agosto de 2023, el fiscal general nombrado por Bukele ordenó arrestar a Muyshondt bajo cargos de revelación de secretos oficiales y otros. Seis meses después, el asesor de seguridad nacional murió en un hospital del Estado tras haber ingresado ahí con una lesión y una infección en el cerebro provocadas, según sospechan ahora personas cercanas a él y sugiere un mensaje que él envió mientras estuvo preso, por una golpiza.

La persona que recibió aquellos mensajes en WhatsApp en 2020 preguntó de quién sospechaba el asesor: ¿“Pero quiénes” querrían hacerle daño? Al responder, Muyshondt mencionó los nombres de funcionarios cercanos al presidente: “Rogelio, Peter, Osiris, Sanabria, etc”. Rogelio es Rogelio Rivas, entonces ministro de justicia y seguridad pública. Peter es Peter Dumas, amigo personal de Bukele y director vigente del Organismo de Inteligencia del Estado (OIE). Osiris es Osiris Luna Meza, exdiputado del partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA) nombrado jefe de la Dirección General de Centros Penales (DGCP) y viceministro de seguridad ad-honorem.  Y Sanabria es Ernesto Sanabria, amigo íntimo del presidente, señalado, entre otras cosas, de violencia machista y de dirigir granjas de troles para acosar a periodistas y opositores.

Una de las tesis de Muyshondt, se desprende de decenas de mensajes que envió a colaboradores y personas cercanas, era que un grupo proveniente del partido GANA, comandado por el diputado Guillermo Gallegos y Luna Meza, se había apoderado del gabinete de seguridad de Bukele para enriquecerse. GANA fue la formación política con la que Nayib Bukele corrió por la presidencia en 2019 luego de que el Tribunal Supremo Electoral de El Salvador negara la inscripción de Nuevas Ideas, su partido.

Con el tiempo, varias investigaciones, sobre todo una de la Fiscalía General de la República de El Salvador (FGR) antes de que Bukele la controlara y otra de la Fuerza de Tarea Vulcano de los Estados Unidos, darían la razón a Muyshondt. Ambas oficinas colaboraron durante meses en una investigación sobre la corrupción en el gobierno Bukele, la cual tomaría forma hasta entrado 2020, durante el cierre por la pandemia de Covid-19. Antes de eso, Alejandro Muyshondt ya había alertado de la corrupción.

Aquellas investigaciones rindieron frutos. Algunas fueron fortalecidas por la Comisión Internacional contra la Impunidad en El Salvador (CICIES), un ente investigador supranacional financiado por la Organización de Estados Americanos (OEA) que Bukele en principio apoyó pero terminó clausurando cuando las investigaciones incluyeron a sus funcionarios. Basados en esas pesquisas, fiscales del Distrito Sur de Nueva York, apoyados por Vulcano, prepararon una acusación penal a Osiris Luna, la cual nunca se presentó a la corte pertinente por una decisión política, según confirmó un exfuncionario de la administración de Joe Biden en Washington.

Alejandro Muyshondt supo muy pronto de aquella corrupción.

Cuando el cierre por Covid-19 estaba por terminar, Muyshondt llevó la sospecha a Casa Presidencial, a la antesala misma del despacho de Nayib Bukele. En agosto de 2020, el asesor se reunió con Ernesto Castro, el secretario privado del presidente, a quien advirtió de que el narcotráfico y la corrupción a gran escala vivían en las entrañas del gobierno.

Ibrajim Bukele, hermano del presidente y uno de sus asesores más cercanos, también escuchó las quejas de Muyshondt en una reunión que ocurrió después de las elecciones legislativas de febrero de 2021. La exposición de funcionarios oficialistas presumiendo artículos de lujo en redes sociales, le soltó el asesor a Ibrajim, podía pasarles facturas. “Diputados y alcaldes con carros nuevos, si no se toma esto en cuenta se va a erosionar el proyecto”, le dijo Muyshondt, quien creía que de todo lo bueno y malo que pasara en el oficialismo se responsabilizará al presidente: “En Nuevas Ideas todo gira alrededor de tu hermano; la gente no va a individualizar los robos”.

Prensa Comunitaria tuvo acceso a 8 horas de grabaciones hechas por Muyshondt durante conversaciones que tuvo con Castro, con Ibrajim Bukele, hermano del presidente, con Xavier Zablah, presidente del partido Nuevas Ideas, con el ministro de seguridad Gustavo Villatoro y con Juan Pablo Durán, ex presidente del estatal Banco de Desarrollo Social de El Salvador. Durante seis meses, a través de comparaciones digitales entre las grabaciones e intervenciones públicas de los funcionarios y de corroboraciones hechas con al menos diez personas que los conocen y han convivido con ellos, Infobae corroboró la autenticidad de los audios.

Además de los audios, Prensa Comunitaria tiene en su poder cientos de páginas del expediente médico de Muyshondt elaborado en el Hospital Nacional Saldaña, donde el exasesor fue ingresado a finales de septiembre de 2023, fotografías del cadáver tomadas por funcionarios del Instituto de Medicina Legal de San Salvador en el Instituto de Medicina Legal y decenas de textos intercambiados por mensajería electrónica con personas cercanas a él. La autenticidad de los textos se corroboró en entrevistas con excolaboradores, parientes, funcionarios en El Salvador y Estados Unidos, y con especialistas. La mayoría habló desde el anonimato por temor a represalias del gobierno Bukele. Se buscó a los funcionarios y personas mencionadas en esta investigación, pero en la mayoría de los casos no hubo respuesta; cuando sí la hubo así se señala.

Lo que todos estos documentos y entrevistas cuentan es la historia de un hombre que llegó al gobierno de Bukele a hacer inteligencia política y trabajar en ciberseguridad, que se decepcionó muy pronto por lo que vio dentro del nuevo gobierno y se frustró por la inacción del presidente, un hombre a quien él admiraba. Y cuentan también la historia de cómo el Estado salvadoreño lo arrestó, le montó una investigación criminal y lo vio morir después de, presumiblemente, haberlo torturado.

Alejandro Muyshondt. Foto cortesía.

“En Asocambio hay un gran desvergue (desorden), tigre”

Alejandro Muyshondt enciende la grabadora del teléfono celular antes de entrar a la oficina de Ernesto Castro, el secretario privado del presidente Nayib Bukele, en el edificio neoclásico que aloja a la casa presidencial de El Salvador en la zona suroeste de la capital. Lo graba todo, como suele hacerlo cada vez que se reúne con funcionarios poderosos del gobierno salvadoreño, sus colegas.

En esta reunión, que ocurre en agosto de 2020, Muyshondt y Castro hablan de amenazas a la ciberseguridad de la presidencia, de corrupción en el sistema carcelario y del malestar de la embajada de los Estados Unidos con Guillermo Gallegos, diputado y aliado de Bukele al que agentes federales en Washington siguen la pista por narcotráfico desde al menos 2014.

Alejandro Muyshondt tiene 43 años cuando va a este encuentro en casa presidencial. Han pasado poco más de 18 meses desde que, en parte como agradecimiento por todo lo que hizo por él en momentos difíciles, Nayib Bukele lo nombró asesor nacional de seguridad al inicio de su primer periodo presidencial en junio de 2019. El presidente y el asesor no son amigos íntimos pero si han compartido batallas y detalles, como la vez en que Muyshondt le regaló una pistola Sig Sauer P226 Legion. “Ya la tengo en mis manos. Gracias, ‘brother’, por el regalo. Te pasaste”, le agradeció Bukele el 17 de septiembre de 2019 por medio de un mensaje en WhatsApp que acompañó con una foto del arma.

No son tiempos buenos para Muyshondt cuando se encuentra con Castro. Desde que lo nombró asesor de seguridad nacional, Bukele no le presta demasiada atención y la mayoría de los requerimientos que ha hecho para su despacho -computadoras, más personal, viáticos para sus guardaespaldas-, en el que trabajan unas 20 personas, suelen quedarse archivadas, muchas de ellas en la oficina del secretario privado. Tras largos meses de encierro por la pandemia de Covid-19, el asesor se siente relegado. Pero la plática con Castro le deja algunas promesas: el secretario se compromete a crear una plaza más para su oficina, a resolverle algunos asuntos de dinero y a colaborar más de cerca con él.

Desde el principio, Muyshondt ha pedido al secretario privado permiso para hablar “con franqueza, sin temor a represalias y despidos”. Castro ha contestado con una risa. Con franqueza, el asesor de seguridad le informa al segundo de Bukele en Casa Presidencial sobre un escándalo de corrupción que está por reventar, el de ASOCAMBIO, una asociación creada para administrar dinero proveniente de tiendas carcelarias que es controlada por Osiris Luna Meza, el director de prisiones. Esta es parte de la plática, que solo ha sido editada para mayor claridad (el audio original está disponible):

– Alejandro Muyshondt: “En ASOCAMBIO hay un gran desvergue (desorden), tigre. Hueveyo de a galán (robo descontrolado). Quitaron a Jesús de la O, pero la dama (amante) sigue ahí. Y en la Fiscalía están armando un expediente de esa mierda. La mamá de Osiris (Luna) empezó a ensamblar ciertos grupos de proveedores: “vos me das los tamales y vos me das no se qué” y siempre hay una comisión (de dinero) de por medio. Esta persona, con Jesús de la O, estuvo en ese esquema; (los fiscales) tienen conversaciones, tienen un montón de cosas que la Fiscalía pudiera tomar en cuenta. Se empezaron a hacer de la nada un vergo de pisto (dinero)… Esa mierda (el periódico independiente) El Faro ya también tiene indicios de eso…”

-Ernesto Castro: “…Ya los tienen bien taloneados (ubicados)”

-Muyshondt: “Y eso es una bomba que puede ser bien contraproducente si la tiran antes de elecciones. Es un vergazo (golpe) que está bien documentado y es bien difícil desmentirlo y crear una cortina de humo para quitarse un vergazo de ese tipo…”

– Castro: “Sí.”

 

La “mamá de Osiris” es Alma Yanira Meza. Poco después de esta conversación, dos medios salvadoreños hacen públicos documentos que acreditan el desvío irregular y uso de USD 8.5 millones en el sistema carcelario. La FGR, en efecto, ha abierto un expediente que entonces no es público y ha puesto a Luna y a su madre como los principales sospechosos del desvío. Los fiscales, además, creen que madre e hijo son líderes de una red de corrupción que ha creado plazas fantasmas para apropiarse de salarios no entregados y de dar contratos por servicios en las cárceles a cambio de coimas. En pocos meses, gracias a esas plazas, la red de los Luna Meza se ha hecho con unos USD 300,000 según las investigaciones de la fiscalía.

Los expedientes fiscales también muestran que Jesús de la O, el hombre al que Muyshondt se refiere en su conversación con Castro, es el principal ejecutor de los cobros irregulares.

Para 2020, la Fiscalía también investiga a Luna por su rol en la negociación de un pacto de gobernabilidad con las pandillas MS13 y Barrio 18, que entonces está vigente. La Fuerza de Tarea Vulcano, creada por la administración de Donald Trump en Washington para apoyar la lucha anticorrupción en Centroamérica, colabora con las pesquisas en torno a Luna Meza. A finales de 2021, cuando ya Joe Biden es presidente en Estados Unidos, el Departamento de Estado y el del Tesoro sancionan a Meza y a su madre y los señalan de corrupción. En el San Salvador de Bukele nada pasa.

Conversación sostenida por Alaejandro Muyshondt.

Cuando, en la reunión de agosto de 2020, Muyshondt cuenta al secretario privado sobre la red de corrupción en las cárceles, Castro anota el nombre de alguien, una de las supuestas involucradas en los crímenes, y pasa a otra cosa. Hasta la fecha, a pesar de que este termina siendo uno de los primeros grandes escándalos de corrupción que salpica al gobierno Bukele, el principal señalado sigue en su cargo. Cuando en mayo de 2021 los diputados de Nuevas Ideas, el partido oficialista, nombran a un fiscal general leal a Bukele, las investigaciones a Luna Meza y su madre quedan enterradas.

El silencio y la inacción hacen crecer la frustración de Muyshondt, la que había iniciado a finales de 2019, cuando ya hablaba de estas cosas a personas allegadas a él. “Están robando millones”, ha escrito el asesor de seguridad a uno de sus contactos el 14 de febrero de 2020. Un día después, en un diario electrónico en el que apunta los sucesos más relevantes de cada jornada -a parte del cual Prensa Comunitaria tuvo acceso-, Muyshondt escribe: “Ahora entiendo porque a pesar de que se me había ofrecido el OIE (Organismo de Inteligencia del Estado) no me lo terminaron dando. Obviamente necesitan a alguien que les cubra todas las chanchulleras (suciedad) que están haciendo en CAPRES (Casa Presidencial). Por esa misma razón me tienen aislado.”

La dinámica de las reuniones que Alejandro Muyshondt tiene con los funcionarios de Bukele, entre agosto de 2020 y marzo de 2021, es similar. El asesor de seguridad suele abrir con peticiones de apoyo a su oficina y al trabajo que él hace. Luego, se despliega hablando de lo que él ha hecho y ofrecido al gobierno en temas como la ciberseguridad y tecnología y se queja de la poca atención que él, su oficina y sus propuestas reciben. En medio de las pláticas, siempre, Muyshondt introduce su preocupación por lo que, a través de su trabajo de inteligencia, recoge sobre corrupción y su análisis sobre el daño que esto puede traerle al presidente. Nunca, en estas pláticas, los funcionarios desechan los señalamientos a personas como Osiris Luna o Guillermo Gallegos, pero tampoco dicen que harán algo al respecto.

“Están cuestionando la amistad de N con Gallegos”

Cuando habla con el secretario privado de Bukele en 2020, Alejandro Muyshondt toca un tema que será recurrente en otras conversaciones, el del diputado Guillermo Gallegos, un hombre al que Estados Unidos investiga desde 2014 por sospechas de nexos con el tráfico de drogas, según dos funcionarios del Departamento de Justicia en Washington confirmaron a Prensa Comunitaria.

Gallegos es, en 2020, un diputado que lleva 20 años en el Congreso, a donde llegó como representante del partido ARENA, de derecha. Con el tiempo, junto a otros operadores políticos desechados por el conservadurismo tradicional salvadoreño, fundó la Gran Alianza de la Unidad Nacional (GANA). En 2019, tras varios cambios de lealtades políticas, Gallegos y GANA le prestan el partido a Bukele para que corra por la presidencia luego de que este no alcanza a inscribir a tiempo a Nuevas Ideas. Desde entonces, Bukele y Gallegos son amigos, buenos amigos.

En la conversación de 2020 con Muyshondt, el secretario Ernesto Castro confirma los vínculos de amistad. “Aquel (Gallegos) es bien chero (amigo) de Herbert (Saca) y es bien chero de Nayib”, dice el funcionario. Herbert Saca, el otro aludido en la plática, es primo del expresidente Antonio Saca, quien guarda prisión por delitos de corrupción. Herbert ha sido señalado por alianzas con la banda de narcotraficante Los Perrones, una de las más importantes en la historia del crimen organizado salvadoreño, y de asistir a gobiernos anteriores -además de al de su primo al del expresidente Mauricio Funes- en la compra de diputados.

Sobre Gallegos pesan varios señalamientos públicos, incluso investigaciones de autoridades judiciales salvadoreñas. En 2018 un examen de la Sección de Probidad de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), la oficina que investiga el crecimiento patrimonial de los funcionarios, determina que Gallegos ha usado de forma irregular unos USD 100,000 y que ha intercambiado dinero con Adolfo Tórrez, otro operador político que, al igual que Herbert Saca, ha tenido vínculos con la banda de narcotraficantes Los Perrones. Dos investigaciones del periódico El Faro revelan, además, que Gallegos cobra viáticos por viajes a España que nunca ha hecho y que ha desviado medio millón de dólares de la Asamblea Legislativa a una ONG de la que su esposa era directora. Cuando Nuevas Ideas, el partido de Bukele, logra mayoría en la Asamblea Legislativa, en febrero de 2021, sus diputados montan una comisión para investigar entrega de fondos legislativos a organizaciones civiles; a las financiadas por Gallegos no las tocan.

El diputado Guillermo Gallegos saluda al recién juramentado presidente Nayib Bukele en la Asamblea Legislativa de El Salvador el 3 de junio de 2019. Foto cortesía.

Pero el principal problema de Gallegos nunca ha estado en El Salvador, donde siempre salió bien parado de las investigaciones, sino en Estados Unidos. El Buró Federal de Investigaciones sigue la pista del exdiputado salvadoreño desde al menos 2014 por posibles nexos con el narcotráfico. Prensa Comunitaria habló con un agente especial del FBI y con un exdiplomático estadounidense que estuvo estacionado en El Salvador en aquellos años; ambos confirmaron las investigaciones.

Para 2016, tres años antes de que Bukele asuma como presidente, ya una corte en el Distrito Sur de Nueva York (SDNY) ha abierto una investigación formal a Gallegos. Aquel año, cuando aún no trabaja para Nayib, Alejandro Muyshondt viaja a la sede del SDNY en Manhattan para hablar, entre otras cosas, de Guillermo Gallegos, a quien él ya conocía bien: Muyshondt ha militado en GANA, el partido del exdiputado.

En 2020, le dice Muyshondt a Castro, una agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estacionada en San Salvador ha vuelto a hacer preguntas sobre Gallegos y, esta vez, sobre su relación con el recién estrenado presidente Bukele:

“Hay un caso que se está llevando en el SDNY a donde (Guillermo) Gallegos está muy metido y está este fiscal de la DEA que se llama Eric Stouch y tienen una obsesión con Gallegos se pudiera decir… A mí Gallegos me pela (no me importa) …, la cosa es que la que está encargada de la inteligencia aquí de los Estados Unidos está cuestionando el porqué de la amistad de N con Gallegos. Pregunta que por qué, si lo ha hecho socio o lo está encubriendo”, advierte Muyshondt al secretario privado. En un momento, Castro intenta minimizar la relación de Gallegos con Bukele, pero luego acepta que ambos hombres son amigos. Parte de la conversación:

Alejandro Muyshondt sostiene un pase de visita a la sede del fiscal en el Distrito Sur de Nueva York, donde, de acuerdo con una persona cercana a él, habló sobre el entonces diputado salvadoreño Guillermo Gallegos y sus posibles nexos con el narcotráfico.

 – Alejandro Muyshondt: “Me preocupa”.

-Ernesto Castro: “Pero N no tiene gran amistad con Gallegos…”

-AM: “Es que no es lo que N transmite…”

-EC: “Digo, si tienen amistad, pero una amistad… ¿Cómo quién? Bueno, como con Herbert (Saca), cabrón, la misma, siento yo.”

-AM: “Yo solo te digo, hay que tener mucho cuidado con esa vaina.”

-EC: “Sí, sí… De hecho, te digo, para mí aquel (GG) es bien chero (amigo) de Herbert y es bien chero de Nayib.”

-AM: “Yo también soy chero de H.”

-EC: “Yo lo sé, yo igual… El punto es…”

-AM: “La onda es que eso le puede afectar bastante su imagen (a Bukele)” … “Gallegos entre más se jacta de la amistad que tiene con aquel (Bukele), más popularidad, más votos.”

-EC: “Ha sido vivo (astuto), ¿verdad?”

 

Los estadounidenses, le dice Muyshondt a Castro, perciben que Bukele protege a Gallegos.  “Es preocupante la parte de los gringos, que ya están cuestionando que el hijueputa de Gallegos esté en sociedades con N o si N lo está protegiendo”, le comenta. La alarma del asesor de seguridad nacional tiene fundamento: por años, Washington ha sospechado que Gallegos tiene alianzas con el narcotráfico local y movimientos de grandes cantidades de dinero en bancos extranjeros. El secretario privado, de hecho, sabe algo de todo aquello.

Castro acepta que el Organismo de Inteligencia del Estado (OIE) les hizo llegar, a él y a Bukele, un informe en el que había información comprometedora para Gallegos. El secretario da a entender que no hicieron algo al respecto. “En campaña… a nosotros la OIE nos daba un reporte, pero palomísima (impresionante) en donde estaban movimientos de las cuentas en el exterior… Y todavía me acuerdo (de) que le digo yo… Mirá… y qué hacemos con esta mierda… Nada, ahí dejémoslo, que sigan buscando, nos vale verga (no nos importa)”, dice el secretario.

Muyshondt es bastante vocal sobre su preocupación respecto a Guillermo Gallegos. La misma advertencia que lleva a la oficina de Ernesto Castro la repite, palabras más palabras menos, en otras reuniones con funcionarios cercanos a Bukele. Se lo dice a Ibrajim Bukele, hermano del presidente y su principal asesor económico y comercial, y a Xavier Zablah, primo de Nayib y presidente del oficialista partido Nuevas Ideas. Ambos escuchan y optan por guardar silencio.

El día en que Alejandro Muyshondt es capturado en San Salvador, por una investigación que el fiscal de Bukele abre basado únicamente en dos notas publicadas en medios de noticias falsas dirigidos por un propagandista del gobierno, el presidente publica en sus redes sociales el detalle de las acusaciones contra su asesor de seguridad nacional. Uno de los delitos imputados, dice el mandatario antes de que la Fiscalía haga un anuncio formal, es revelación de secretos oficiales que, según Bukele, Muyshondt ha compartido con periodistas y “con un gobierno extranjero”.

Alejandro Muyshondt ha hablado, en efecto, con los estadounidenses. Es parte de su trabajo. El círculo más cercano del presidente lo sabe, entre otras cosas, porque el mismo Muyshondt se los ha dicho cuando les habla de las investigaciones al diputado Gallegos. El asesor se lo dice, entre otros, al secretario privado Castro, a Ibrajim Bukele, el hermano, y a Xavi Zablah, el primo del presidente y jefe del partido Nuevas Ideas. Esta es parte de una de las conversaciones con Zablah que Muyshondt ha grabado en su teléfono celular:

-Alejandro Muyshondt: “He estado trabajando con la DEA… con la encargada de inteligencia, me ha dicho: o su presidente está protegiendo a Gallegos o su presidente está con Gallegos…”

-Xavier Zablah: “Yo lo sé y lo sabemos…”

-AM: “Ojalá aquel vaya marcando su distancia, porque eso nos va a traer un costo político bien grande…”

-XZ: “Lo sé.”

-AM: “Mirá, los gringos le tienen a Gallegos un vergo de mierdas, tanto así que en el USDNY (fiscalía del distrito sur de Nueva York) tiene un expediente grande… Lo están haciend ‘jayanamente’ (descaradamente), están desembarcando en San Juan La Herradura…Cuando incautaron USD 1.2 millones en droga, quién fue el que saltó, Gallegos saltó y le habló al chele (Mauricio) Arriaza (Chicas, director de la Policía), amenazando con destituirlo…”

-XZ: “Mirá, yo de esos temas, cabrón…”

Un alto jefe policial que ha colaborado en el pasado con Mauricio Arriaza Chicas, el director de la Policía Nacional Civil nombrado por Nayib Bukele, confirma que, en al menos dos ocasiones, Gallegos llama a Arriaza y que, en una de ellas, se refiere a un decomiso de drogas. “Ya la cagan ustedes, ustedes no están decomisando, están haciendo tumbes porque la merca la estaba vendiendo Torero (un supuesto narco no identificado) y la sacaba por puntos ciegos a los chapines (guatemaltecos) que les pagaban a USD 6,000 el kilo”, habría dicho el diputado según este oficial.

Conversaciones y mensajes de texto compartidos con uno de sus colaboradores revelan que desde al menos mediados de 2020 el asesor de seguridad se entrevista con dos agentes del Departamento de Justicia asignados a la Fuerza de Tarea Vulcano, a veces fuera del país, en lugares como Ciudad de Panamá, Madrid, Ciudad de Guatemala, Miami, incluso en Francia. Dos oficiales que trabajan con el gobierno de Joe Biden en Washington confirman esta relación, así como un ex miembro del Ministerio Público salvadoreño que estuvo en contacto con Vulcano.

“Nuestros malos que sean nuestros malos”: El proyecto C815 para espiar a periodistas y opositores

Cuando en agosto de 2020 se reúne con Ernesto Castro, el secretario privado de Nayib Bukele encomienda una misión particular a Alejandro Muyshondt. Le pide montar una oficina de espionaje político, un centro de inteligencia le llama Castro.

La idea toma forma en dos reuniones. En la primera, donde también se ha hablado del diputado Gallegos, Castro explora la posibilidad de que el asesor de seguridad nacional monte, desde su oficina, una operación clandestina para obtener información de personas de interés. Le pide que, en el corto plazo, le entregue un proyecto. Así empieza aquella plática:

-Ernesto Castro: “¿Vos estás haciendo trabajo de inteligencia?”

– Alejandro Muyshondt: “Sí, aunque no se me asigne pero sí. De hecho es uno de los temas que quiero tocar con vos…”

 

Cuando la conversación ocurre, ya entrado el segundo año de Nayib Bukele al frente del Órgano Ejecutivo, el presidente gobierna sin correlación política en el Legislativo. Bukele no ha salido mal parado del coronavirus: el presidente ha sido uno de los primeros en cerrar su país, en marzo de 2020, también ha construido un hospital exclusivo para atender a afectados por la enfermedad, y ha emprendido una política de vacunación eficiente. Luego, el Banco Mundial dirá que Bukele ocultó la cifra real de fallecidos y los medios locales publicarán investigaciones cuestionando la efectividad del hospital para el coronavirus. Pero eso será luego. Ahora, los hombres de Bukele están por enfrentar la primera elección legislativa y quieren ganar mayoría en la Asamblea. El secretario privado del presidente quiere más información. Eso le pide a Alejandro Muyshondt. Así sigue la conversación:

-Ernesto Castro: “¿Y cómo hacemos para poner una inteligencia política?

-Alejandro Muyshondt: Se puede pero sin ponerla…

-EC: Mmmjm.

-AM: No lo podés hacer oficial, ¿verdad?

-EC: No.

-AM: Ahora, yo te digo, serían servicios clandestinos.

-EC: Paletas de chocolate y de vainilla… ¿Y qué alcance se tendría?

-AM: Depende de lo que querés hacer… Querés hackear correos, querés hackear Facebook… Eso es lo que se hace, y de ahí también se le puede dar seguimiento, con seguimiento ya es otra onda.

-EC: ¿Podrías hacer vos un proyectito chiquito? Cuando te digo chiquito es chiquito de un par de gentes, ¿verdad? Y si vemos que esta mierda nos está tirando información y vale la pena… ¿Para cuándo…?

-AM: La gente para ya… Hay ciertas cosas que mejor no tenerlas acá: se alquila un servidor en Holanda por decirlo así y desde ahí se hacen los ataques, o Ucrania. Nunca lo he hecho con servidores propios, siempre pagados para tener el poder de procesamiento allá en otro lado.

 

Lo siguiente es que Castro pide a Muyshondt una reunión pronto para revisar el proyecto y tomar decisión. Quedan para reunirse una semana después y así lo hacen. El asesor de seguridad nacional llega al segundo encuentro acompañado de Raúl Torres, ingeniero informático y su hombre de confianza. Los dos hombres entran al despacho de Ernesto Castro. Musyhondt, como lo hizo en la ocasión anterior, lleva la grabadora de su celular encendido.

Al entrar, Muyshondt presenta a Torres y ofrece un pequeño “background” de su asistente. Torres fue, dice el asesor, quien le ayudó a tumbar en 2019 el sitio de Revista Factum, el medio que en septiembre de aquel año reveló que Nayib Bukele había recibido USD 1.9 millones de Alba Petróleos al inicio de su carrera política, cuando era alcalde de Nuevo Cuscatlán.  Alba Petróleos es la filial salvadoreña de Petróleos de Venezuela (PDVSA), un conglomerado de empresas a través de las que, de acuerdo con fiscales estadounidenses y salvadoreños, se lavaron millones de dólares.

Muyshondt asegura que la intervención a Factum se hizo por una orden directa aunque en el audio no queda claro de quién. “Cuando Factum nos empezó a volar verga (atacar) tumbamos a Factum casi tres semanas… Bueno, la orden vino directamente de… para bajar Factum y lo hicimos con pocos recursos”. Los editores de este medio, según ellos mismos publicaron en 2020, confirmaron que estuvo fuera de línea una semana en octubre de 2019, después de la publicación del reportaje que vinculaba a Bukele con Alba Petróleos. Una investigación posterior del medio determinó que Raúl Torres había estado implicado en el ataque a la revista.

En la plática con Ernesto Castro, Muyshondt dice que hacer lo mismo con periódicos más grandes, como El Diario de Hoy o La Prensa Gráfica, es más difícil. El secretario privado aclara que eso no es lo que le interesa, sino escuchar a periodistas específicos. Aquí parte de la conversación:

-Ernesto Castro: “A nosotros nos vale verga (no nos importa) ‘hackear’ El Diario de Hoy.”

-Alejandro Muyshondt: “Pero se puede…”

-EC: “Nosotros lo que queremos es intervenir a (Jorge) Beltrán Luna, que es completamente diferente… Ehhh… Nosotros ni bajar El Faro… Todo eso son como picardías, ¿verdad? Jodamos a estos y los tenemos una semana, yo qué sé… Pero lo interesante es intervenir a… a Carlos Dada… a esos…”

-AM: “Pero eso está fácil.”

-EC: “Vaya, hagámoslo, pues…”

Antes, en la conversación, ha sido Raúl Torres el que ha perfilado de qué se encargará la oficina de espionaje político, a la que Muyshondt deja bautizada como proyecto C815. Ha explicado a Castro que el primer paso será intentar ingresar a los dispositivos electrónicos y cuentas de correo de los sujetos de interés a través de un método conocido como “phishing”, que consiste en enviar enlaces engañosos para que quien los abra dé acceso, sin quererlo, a su información.

Torres también ha expuesto los objetivos. La información que recolecten, ha dicho en la reunión, servirá para “armar campañas”, para “cortar” el contacto de los periodistas con sus fuentes y para “saber cuando se esté armando un reportaje”. El gran problema que tiene el gobierno, apunta Torres, es la “filtración” de documentos.

Antes de que Castro dé su visto bueno al proyecto, Alejandro Muyshondt ha pedido que la comunicación sobre el mismo sea compartimentada, y que se excluya de ella a otros entes de inteligencia en el Estado, como la OIE, de la que el asesor de seguridad no tiene un buen concepto. Aquí una parte de esa conversación:

-Alejandro Muyshondt: “¿Esto lo vamos a estar manejando vos y yo y el presidente o…?”

-Ernesto Castro: “Sí.”

-AM: “Porque no me sentiría cómodo trabajando con más personas.”

-EC: “Lo que pasa es que quiero entender exactamente qué es para tampoco entrar… en las funciones de los otros…”

-AM: ¿Y qué hacen los otros, vos?

-EC: “No creas… Hacen un par de cositas ahí…”

-AM: “Yo he visto reportes, tigre, dan risa… Vos dirás… Ahí es cuna de infiltrados que tenés ahí.

-EC: Eso sí creo yo también…

-AM: No son gentes leales al presidente, son gentes leales a su sueldo.

-AM: Entre menos gente se involucre en esto…

-EC: No, eso sí, esto no va a estar con nadie, absolutamente.

Antes de dar por terminada la plática, y de que Muyshondt y Castro hayan revisado algunos detalles sobre posibles contrataciones y necesidades administrativas del proyecto, el secretario privado vuelve al objetivo central de esta idea: darle a Nayib Bukele información de periodistas y opositores, recabada de forma ilegal, que pueda tener utilidad política para el presidente. De paso, Castro lanza su propia crítica al OIE, del cual dice que ha perdido el foco al embarcarse en recabar información sobre personas que, se supone, son aliados del gobierno y de casa presidencial.

“Vale verga… Nuestros malos que sean nuestros malos, ahí vemos después estos hijos de puta cómo salimos de ellos, pero los que nos quieren hacer mierda son los de afuera. Lo que tenemos que ver es lo que hace Neto Muyshondt (entonces alcalde de San Salvador por el partido ARENA, de oposición, primo de Alejandro y quien lleva más de tres años preso) … Lo que tenemos que ver es lo que haga un Norman Quijano (exalcalde de San Salvador por ARENA, acusado por supuestos pactos con las pandillas y prófugo), un Rodolfo Parker… Al hacer esto podemos tener muchos elementos para tener contento al hombre, son cosas que el hombre necesita”, cierra Ernesto Castro.

El pleito final y la captura

Después de aquellas conversaciones, la presencia de Alejandro Muyshondt en el ojo público es intermitente. En privado sigue enviando informes a su jefe, el presidente, de forma periódica. Uno de los últimos está fechado en febrero de 2023. Muyshondt lo titula “Retos 2023” y enumera, entre ellos, la corrupción: “Hay varios malos actores dentro del gobierno”. A juzgar por las comunicaciones que el asesor de seguridad nacional tiene con uno de sus colaboradores en aquellos días, es poco probable que el presidente Bukele lea los reportes; no contesta ninguno, al menos por escrito.

A pesar del silencio del presidente, Alejandro Muyshondt sigue siendo una persona con líneas de comunicación abierta a diputados de Nuevas Ideas y con algunos de los asesores más cercanos a Nayib Bukele, como Sofía Medina, la secretaria de comunicaciones, y Sara Hannah, venezolana que habla al oído del mandatario en temas variados como la política internacional, las finanzas del Estado o estrategias comunicacionales. Habla por mensajería de WhatsApp con Hannah, quien en noviembre de 2022, le pide que desista de hacer señalamientos públicos al Banco Agrícola de El Salvador a propósito de un problema en el sistema de banca electrónica del que Muyshondt se ha hecho eco en redes sociales.

Y habla con Sofía Medina de varias cosas, entre ellas los encontronazos públicos que Muyshondt tiene en redes sociales con funcionarios del gobierno y de la presidencia. En mayo de 2023, uno de los pleitos que comenta con Medina marca el inicio del trecho final en la vida de Alejandro Muyshondt.

El 9 de mayo de 2023, en sus redes sociales, Muyshondt acusa de corrupción a Ernesto Sanabria, el secretario de prensa de la presidencia. Publica que Sanabria, uno de los hombres más cercanos al presidente hasta entonces, se ha gastado USD 77,193 en prendas de vestir en 11 meses cuando su ingreso anual es de USD 72,000. Una conversación en WhatsApp con Sofía Medina, la secretaria de comunicaciones de Bukele, quien de acuerdo con dos funcionarios consultados es adversaria política de Sanabria, revela que ella sabía de las acusaciones a este último y que a Muyshondt le habían dado una orden para ventilar toda aquella información.

Medina, en su conversación con Muyshondt sobre Sanabria, no niega las acusaciones contra el secretario de prensa, más bien confirma que había instrucciones superiores.

En julio de 2023, más acusaciones públicas. Muyshondt dice en sus redes sociales que Erick García, un diputado oficialista, está vinculado al narcotráfico. El señalamiento a García provoca un pequeño terremoto y un cruce de palabras fuertes en redes sociales con funcionarios del gobierno. Y más denuncias de Muyshondt. A Christian Guevara, el jefe de la bancada mayoritaria de Bukele en el congreso, el asesor de seguridad lo acusa de beneficiarse con contratos del Estado. Guevara la devuelve diciendo que Muyshondt ha tratado de extorsionarlo. Interviene, de nuevo, Sofía Medina, la secretaria de comunicaciones y una de las funcionarias más influyentes de Casa Presidencial.

En una conversación del 2 de agosto de 2023, Medina le reclama a Muyshondt por WhatsApp luego de que el asesor de seguridad nacional ha publicado información sobre supuesta corrupción de Guevara. Esta es parte de la conversación sostenida por mensajería electrónica

-Alejandro Musyhondt: “En serio, Sofi, yo con él (Guevara) ni me he metido… Ya se activaron los troles de (Ernesto) Sanabria, P(orfirio) Chica y (Christian) Guevara.”

-Sofía Medina: ¿Y esto por qué no lo dijiste antes de las internas? Si de limpiar se trataba en aquel momento hubiera sido bueno saber todas estas cosas… Es que si te ponés a pelear con todos, todos van a pelear con vos, yo siempre te he apoyado, pero siento que no estás pensando, ni razonando, entiendo tu cólera con Sanabria, pero acá pareciera que esa cólera te la querés desquitar con todos los demás.”.

-AM: “Si esto es igual a lo que me ordenaron que se le hiciera a Sanabria (para que supuestamente renunciara), si quieren mi renuncia no hay problema, solo díganme, llegamos a un acuerdo y ya…”

Poco después de estas pláticas, Alejandro Muyshondt es detenido en un punto de inspección policial colocado entre San Salvador y San Juan Opico, en las afueras de la capital. Unas horas después de la captura, anunciada en redes sociales por la Fiscalía General de la República, el presidente Nayib Bukele publica una larga explicación al respecto en sus redes sociales. Muyshondt, dice el mandatario, está preso porque ha revelado secretos oficiales a periodistas y a “un gobierno extranjero”, y porque ha favorecido la evasión de un acusado de corrupción, en este caso el expresidente Mauricio Funes. En su acusación formal, la fiscalía dirá también que Muyshondt reveló la ubicación de Bukele en un momento determinado y que eso hizo peligrar la vida del presidente.

Muyshondt y Bukele habían tocado el tema de Funes, prófugo en Nicaragua desde 2016 tras ser acusado de varios actos de corrupción durante su gobierno. En una captura de pantalla, Muyshondt envió a un colaborador una conversación sostenida con Bukele en noviembre de 2019, en la que el presidente le solicita el número telefónico de Funes. En otra conversación, en la que Bukele le reclama por atacar a Osiris Luna en redes sociales, también lo cuestiona por darle “información a Funes”. Muyshondt contesta: “Con Funes no he hablado desde que conseguí el teléfono de él cuando me lo pediste”.

Una de las últimas conversaciones de Muyshondt por mensajería electrónica antes de su captura, el 9 de agosto de 2023, es con Walter Araujo, un exdiputado y expresidente del Tribunal Supremo Electoral, quien después de cambiar lealtades políticas varias veces y pasar por el partido GANA de Herbert Saca y Guillermo Gallegos, ha resurgido como aspersor de noticias falsas y defensor de Bukele y su gobierno en programas de opinión y plataformas del oficialismo.

En esa plática, ya Araujo reclama a Muyshondt por lo mismo que después lo acusará la fiscalía formalmente: de “filtrar” la ubicación del presidente, algo que el asesor de seguridad niega en esa plática. Muyshondt, además, le repite a Araujo que su comunicación con Funes ocurrió porque Bukele le pidió el número telefónico del expresidente: “Pregúntele al presidente (Bukele) cuando él me pidió el nuevo número de Funes (no sé para qué, yo no cuestiono), pero por eso me tuve que poner en contacto con Funes hace años”.

La noche en que los policías arrestan a Alejandro Muyshondt la policía y la fiscalía también allanan al menos tres viviendas de familiares del asesor de seguridad, así como su oficina. Familiares de Muyshondt han confirmado esas requisas, en las que los fiscales se llevan “tablets”, televisores, computadoras portátiles y teléfonos. Buscan, dice una de las personas que estuvo presente en uno de los allanamientos, códigos para abrir archivos virtuales en los que Muyshondt pudiese haber guardado información.

A una de las casas, en la que vive la hija de Muyshondt y su expareja, llega el ministro de seguridad Gustavo Villatoro; el allanamiento en la oficina lo dirige el fiscal general Rodolfo Delgado. Todos buscan lo mismo: la información que, se supone, ha dejado tras de sí el asesor de seguridad nacional de Nayib Bukele.

Antes, mucho antes de que lo arrestaran, Alejandro Muyshondt sospechaba que lo querían matar por lo que él sabía; lo supo pronto, en 2019, cuando el gobierno de Bukele apenas empezaba. Después, cuando ya sus enfrentamientos con algunos de los funcionarios a los que acusó de corrupción fueron públicos, y cuando ya llevaba meses compartiendo información de esa corrupción dentro del mismo gobierno y con agentes estadounidenses, fueron los funcionarios de Washington quienes le advirtieron que se largara de El Salvador. “Se lo dijeron unas seis semanas antes… que el presidente sabía, que no era seguro para él”, dice un colaborador de Muyshondt sobre la advertencia de los norteamericanos, la cual este medio confirmó en Washington con dos agentes del gobierno de Joe Biden. Pero no se fue. Lo capturaron. Ocho meses después de entrar detenido a una delegación policial en San Salvador, con buena salud, Alejandro Muyshondt falleció tras sufrir un proceso de descomposición acelerado que le provocó una hemorragia en el cerebro.

Escuche los audios completos de Alejando Muyshondt:

 

 

PRÓXIMA ENTREGA:

Un policía sospechoso, ropa ensangrentada, una infección cerebral no explicada, un hombre-vegetal… Todos los signos de tortura en Alejandro Muyshondt 

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