La película Rita, dirigida por Jayro Bustamante y estrenada el pasado 7 de agosto, es un relato que fusiona la fantasía con la crudeza de la realidad. Siendo la primera coproducción entre Hollywood y Guatemala, Rita no solo es un logro cinematográfico, sino un grito desgarrador que recuerda la tragedia del Hogar Seguro Virgen de la Asunción en Guatemala, donde 41 niñas murieron quemadas en 2017 durante el gobierno de Jimmy Morales. La película utiliza elementos fantásticos para narrar la historia de una niña de 13 años que, como muchas otras, busca escapar de una realidad que le es brutalmente hostil.
Por Nathalie Quan
Rita nos sumerge en la vida de su protagonista interpretada por Giuliana Santa Cruz, una niña de 13 años que huye de un hogar abusivo solo para encontrarse atrapada en una institución estatal que promete seguridad, pero esconde horrores inimaginables.
La película se inicia con Rita siendo llevada en una patrulla al Hogar Seguro Virgen de la Asunción, un lugar que desde el principio destila desolación y amenaza. Es aquí donde Rita, después de haber sido maltratada y abusada en su hogar, enfrenta un nuevo tipo de pesadilla.
La narrativa de Rita está impregnada de elementos fantásticos, mezclando la crudeza de la realidad con la magia oscura de lo sobrenatural. Dentro del Hogar Seguro, Rita se encuentra con “las estrellas”, con sus luces parpadeantes en la oscuridad, contrastan con la crudeza de las escenas diurnas en el hogar. Son fantasmas de niñas que han muerto a causa de abusos y que ahora vagan en busca de justicia. Estos espectros, vestidos de negro y adornados con luces de Navidad, le advierten sobre su destino y la guían en su lucha por la supervivencia.
La atmósfera en la película es opresiva y asfixiante, un reflejo del ambiente real en el que vivían las niñas en el Hogar Seguro. Las jóvenes internas se organizan en clanes que representan diferentes aspectos de la resistencia y la inocencia infantil, como el Clan de los Lobos, las Hadas, las Princesas, los Conejos, Arcoíris y los Ángeles. Cada uno de estos grupos tiene su propio rol en la microsociedad del hogar, protegiéndose mutuamente mientras intentan aferrarse a su humanidad en un entorno deshumanizante.
Rita es apodada “el Ángel 56”, un título que lleva una carga simbólica profunda, ya que, a lo largo de la película, las “alas” que porta se convierten en un símbolo de sacrificio y resistencia. Las estrellas fantasmas le susurran advertencias a Rita, diciéndole que no se ponga las alas, presagiando el trágico desenlace que se avecina.
El costo de la inocencia
La inocencia, en Rita, es un bien frágil que se destruye sistemáticamente. La brutal golpiza que recibe en su primera noche en el Hogar Seguro es un claro recordatorio de la violencia que sufren las niñas, no solo de parte de las personas adultas que deberían protegerlas, sino también de sus propias compañeras, quienes, despojadas de su propia inocencia, replican la brutalidad que han conocido. La película no escatima en mostrar la crudeza de la vida en el hogar seguro, desde las niñas embarazadas que se bañan en el patio, hasta los policías que abusan de ellas bajo la excusa de la autoridad.
Esta película logra transmitir un mensaje poderoso sobre la corrupción y la negligencia del sistema de protección infantil, utilizando la fantasía para resaltar la vulnerabilidad de las niñas en estos espacios. Los policías en la película no son solo figuras de autoridad corruptas; son depredadores que explotan a las menores bajo su custodia, un eco escalofriante de las atrocidades que sucedieron en la realidad.
La mercantilización del dolor
La trama explora cómo la violencia y el abuso se camuflan bajo el velo de la fantasía y la inocencia, mientras las autoridades encargadas de proteger a las menores las convierten en objetos de consumo.
En el film aparece una persona de suma importancia llamada “Wanda”, quien afirma haber sido “un ángel” en el pasado, agrega una capa de horror a esta práctica. Wanda no es solo una observadora o cómplice, sino una víctima convertida en perpetradora. Su rol como fotógrafa que captura imágenes de las niñas disfrazadas para su posterior venta simboliza la perpetuación de un ciclo de abuso y explotación. Wanda, habiendo pasado por el mismo sistema, se convierte en una pieza más de la maquinaria que convierte la vulnerabilidad y el sufrimiento en un producto vendible. Su declaración de que “fue un ángel” es una confesión velada de que también fue sometida a este mismo proceso de deshumanización, quizás habiendo sido fotografiada, explotada, y luego olvidada.
El hecho de que los disfraces sean utilizados para generar ingresos a través de la venta de fotografías destaca la mercantilización del dolor y la tragedia en su forma más cruda. Estos disfraces no solo cubren los cuerpos de las niñas, sino que también ocultan su realidad, permitiendo que quienes están al mando proyecten una imagen controlada y vendible al mundo exterior. Las niñas, disfrazadas como seres fantásticos, son despojadas de su identidad y de su humanidad, convirtiéndose en meras marionetas al servicio de una demanda grotesca.
La complicidad del poder
La figura de la trabajadora social en la película llamada “Ernestina”, se revela como una extensión más del sistema opresivo que perpetúa el abuso y la explotación de las niñas en el hogar seguro. En lugar de ser una defensora del bienestar y la protección de las menores, Ernestina se muestra como una colaboradora activa en el mismo juego corrupto que orquestan los policías, sirviendo más a los intereses del sistema que a las necesidades de las niñas que están bajo su custodia.
Desde el momento en que Rita es llevada ante Ernestina, queda claro que no es una aliada, sino una figura de autoridad que utiliza su poder para reprimir y controlar, en lugar de ofrecer apoyo y protección. Su enfoque clínico y deshumanizador hacia las historias de abuso de las niñas, y en particular su insensible interrogatorio a Rita sobre los detalles de su abuso, muestra cómo Ernestina no busca la verdad ni la justicia, sino que más bien contribuye a un sistema que revictimiza a las niñas en lugar de brindarles consuelo y apoyo.
La escena en la que Ernestina golpea a Rita tras ser confrontada por la niña demuestra la verdadera naturaleza de su carácter: no es una cuidadora, sino una cómplice en el ciclo de violencia institucional. Al golpear a Rita y luego destruir la grabación que evidencia su acto, Ernestina muestra que está dispuesta a proteger el sistema, incluso si eso significa silenciar a las víctimas y perpetuar el abuso. Este acto de destrucción de pruebas es simbólico de cómo las instituciones a menudo encubren sus fallos, prefiriendo mantener la fachada de orden y control en lugar de enfrentarse a la verdad de su propia corrupción.
Los policías en la película no solo son responsables de la administración del hogar seguro, sino que también se convierten en perpetradores directos de abuso. Desde el principio, la película muestra cómo los agentes de la ley se involucran en la explotación física y sexual de las niñas. La figura del policía William, por ejemplo, es un claro reflejo de esta corrupción, al involucrarse en un abuso sistemático mientras actúa bajo la apariencia de autoridad. Este retrato de los policías como abusadores resalta la dualidad de su rol: mientras se supone que deben proteger, en realidad son cómplices en la violencia que sufren las niñas.
Un grito apagado
La nueva película de la Casa de Producción no es simplemente una obra cinematográfica, sino un poderoso alegato contra la corrupción y la negligencia que perpetúan el sufrimiento de los más vulnerables, evocando la tragedia del 8 de marzo de 2017 en Guatemala. En esa fecha, un devastador incendio en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción cobró la vida de 41 niñas y dejó a otras 15 gravemente heridas. Este terrible incidente ocurrió durante el gobierno de Jimmy Morales, quien fue presidente de Guatemala en el periodo de 2016-2020.
El incendio fue provocado por un grupo de niñas que, tras ser castigadas y encerradas en una sala por intentar escapar del maltrato y los abusos sistemáticos que sufrían dentro del hogar, prendieron fuego a colchones en un desesperado intento de llamar la atención sobre su situación. Pese a los gritos y la humareda, las autoridades decidieron no abrir la puerta, condenando a las niñas a una muerte atroz. Este trágico suceso reveló la negligencia, el abuso y la corrupción en las instituciones que debían proteger a los más vulnerables del país, lo que desató una ola de indignación y protestas tanto a nivel nacional como internacional, exigiendo justicia para las víctimas y una reforma urgente en el sistema de protección infantil en Guatemala.
En el marco de esta tragedia, varios funcionarios del gobierno de Jimmy Morales fueron implicados y enfrentaron cargos judiciales. Carlos Rodas, ex secretario de Bienestar Social de la Presidencia, fue acusado de homicidio culposo, abuso de autoridad y maltrato contra personas menores de edad, junto con Anahí Keller, ex subsecretaria de Protección y Acogimiento a la Niñez y Adolescencia, y Santos Torres, exdirector del Hogar Seguro Virgen de la Asunción. Estos funcionarios fueron señalados por su negligencia y falta de acción ante las múltiples denuncias de abuso y las precarias condiciones en las que vivían las niñas, culminando en la tragedia que conmocionó a Guatemala y generó demandas de justicia a nivel mundial.
Durante el estreno de la película, Jayro Bustamante, el director, solicitó a la audiencia un minuto de aplauso a petición de las niñas que sobrevivieron, en memoria de las voces que fueron silenciadas.
La película se convierte en un espejo que refleja la deshumanización sistemática y subraya la necesidad de transformar la manera en que protegemos a quienes más lo necesitan. A través de la fantasía, la película ilumina realidades dolorosamente humanas, ofreciendo una experiencia cinematográfica que trasciende la pantalla y resuena con un poderoso llamado a la justicia y a la reflexión.
¿Quién es Jayro Bustamante?
Jayro Bustamante es guionista guatemalteco, reconocido por su capacidad para abordar temas sociales y políticos a través del cine. Su trabajo ha sido celebrado internacionalmente, destacándose especialmente por su compromiso en representar la realidad de Guatemala en sus películas. Bustamante es conocido por producciones como Ixcanul y Temblores, que han ganado numerosos premios y han sido aplaudidas por su enfoque audaz y su narrativa visceral.
Para Rita, Bustamante y su equipo realizaron un exhaustivo proceso de selección, en el que aproximadamente 5,500 niñas audicionaron para formar parte del elenco. De ellas, 300 fueron elegidas para recibir una formación intensiva en la academia del cineasta, donde no solo aprendieron técnicas actorales, también se prepararon físicamente para los desafíos de sus personajes, que incluían el uso de alas pesadas y otros elementos simbólicos.
La película se grabó en diversas locaciones, incluyendo la ciudad de Guatemala, Antigua Guatemala, San Lucas Sacatepéquez, San José Pinula y Amatitlán. El proceso de producción comenzó en 2020 y se extendió por tres meses de preproducción, seis meses de academia de actuación para las niñas, tres meses de producción y un año de postproducción, reflejando el compromiso de Bustamante con la calidad artística y la autenticidad cultural.
Este año, Bustamante también ha sido invitado a formar parte de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos, lo que le permitirá votar en las próximas ediciones de los Premios Óscar. Con esta nueva película, Rita, Bustamante continúa el legado de Ixcanul, Temblores y La Llorona, reafirmando su estatus como una voz crucial en el cine guatemalteco e internacional.
Rita ya se encuentra en cartelera y puede ser vista en todos los cines de Guatemala, incluyendo Cinépolis, Cinemark, AlbaCinema y CineStar.