Las comunidades de El Arenal y Miramundo se han convertido en el epicentro de una crisis humanitaria en Zacapa y Chiquimula, respectivamente. Los efectos del cambio climático, como las sequías extremas e inundaciones han obligado a las familias de estas comunidades a abandonar sus hogares y migrar forzadamente en busca de mejores oportunidades de vida. Sus historias recogidas en el documental “Cuando el Río Suena” revelan la cruda realidad de quienes han perdido todo y luchan por sobrevivir.
Por Nathalie Quan
“Aquí, fue donde nacieron mis hijos”, relata Martín Nájera Hernández con desolación. Dentro de su antigua vivienda solo queda el silencio, vestigio de una vida interrumpida por la furia del río San Vicente.
En 2016, el río se desbordó e inundó completamente a la comunidad de El Arenal, en el municipio de Cabañas, Zacapa. En ese entonces, el desastre natural dejó a las familias, como la de Martín Nájera, sin hogar y obligándolas a reconstruir sus vidas desde cero.
En otro contexto, el árido paisaje del caserío Miramundo, ubicado en el municipio de San Juan Ermita, Chiquimula, la cámara captura las escasas milpas que luchan por crecer en el suelo seco. La falta de lluvia es evidente y las cosechas menguadas pertenecen a la familia de Germán Díaz, desplazada por las inclemencias del clima.
Rosa Peralta Urbina, esposa de German, reposada bajo la sombra de un árbol evitando el sol implacable sobre su cabeza, recuerda tiempos mejores: “Antes, todos trabajamos aquí. Pero la situación ha empeorado. Los veranos son más largos y devastadores, y la pobreza nos impide superarnos. Si hubiera llovido las cosas serían diferentes”.
Los días consecutivos de sequía han dejado una marca imborrable en esa región seca del oriente de Guatemala. “Los granitos se secaron en la tierra”, comenta Rosa, mientras señala su cultivo de milpa que apenas sobrevive. Las pocas esperanzas de una buena cosecha se desvanecieron, y muchos de sus vecinos optaron por buscar trabajo en otras comunidades o incluso migraron a Estados Unidos en busca de otra vida mejor.
Esto relatos se entrelazan en el documental “Cuando el Río Suena”, presentado el pasado 1 de agosto por la Vicerrectoría de Investigación y Proyección de la Universidad Rafael Landívar (URL), bajo la coordinación de Ana Paredes Marín.
“Cuando el Río Suena” retrata la historia de las dos comunidades que han sido forzadas a abandonar sus hogares debido al cambio climático, enfrentando solas la ardua tarea de sobrevivir y reconstruir sus vidas. A través de sus voces, el documental destaca el sufrimiento y la resiliencia de quienes han tenido que dejar atrás todo lo que conocían en busca de seguridad, y lanza un llamado de apoyo ante una crisis que ha devastado sus vidas.
Los fenómenos de la migración forzada en Guatemala
Las sequías e inundaciones extremas no afectan a todas las personas por igual. Las comunidades más pobres y vulnerables, especialmente aquellas ubicadas en zonas marginadas o con sistemas de protección deficientes o inexistentes, son las que más sufren las consecuencias de estos eventos climáticos. Adicional, existen factores como la falta de educación, la discriminación, la respuesta asistencialista del Estado y la ausencia de políticas preventivas, agravan el fenómeno de la migración forzada.
Además, el cambio climático exacerba las desigualdades sociales existentes, creando un círculo vicioso de vulnerabilidad. La incapacidad de las poblaciones más desfavorecidas para hacer frente a los impactos climáticos se debe, en gran medida, a la falta de recursos, oportunidades y protección social. Esto se evidencia en casos como el del Cerro El Barrial, que se muestra en el documental, donde las comunidades han sufrido severas consecuencias debido a su alta vulnerabilidad.
La Organización Internacional para la Migraciones (OIM), en su glosario presentado en 2019 sobre migración, indica que el término migración por cambios climáticos son aquellas personas que, debido principalmente a cambios repentinos o graduales en el medio ambiente que inciden negativamente en su vida o en sus condiciones de vida, se ven obligadas a abandonar su lugar de residencia habitual, o decide hacerlo, con carácter temporal o permanente, y se desplazan a otras partes de su país de origen o de residencia habitual, o fuera del mismo.
El desplazamiento se comprende como una forma de movilidad obligada de la población. Quienes viven este proceso dejan temporal o permanentemente sus espacios de vida, residencia, trabajo y relaciones sociales cotidianas a causa de dinámicas de violencia y la degradación de los medios de vida, usualmente generados por el impacto de eventos climáticos como lluvias y sequías.
Según datos expuestos en el documental, el fenómeno puede implicar tres grandes fases: la huida preventiva ante amenazas, facilitada por recursos propios; el retorno a lugares no habitables por falta de apoyo institucional; y la reubicación en lugares alejados del desastre. La relación entre cambio climático, desastres y migración forzada está ligada a vulnerabilidades acumuladas en el tiempo, abarcando aspectos económicos, sociales, ambientales y políticos.
Ana Paredes Marín, quien trabaja en el Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales (IDGT) de la Vicerrectoría, indicó a Prensa Comunitaria que el desplazamiento forzado en Guatemala es una problemática que afecta a numerosas comunidades, aunque no siempre es reconocido oficialmente. “Esto lleva a que las personas no se identifiquen como desplazadas internas, a pesar de enfrentar situaciones que las obligan a abandonar sus hogares. Este fenómeno es evidente en varias regiones del país, donde diferentes factores socioeconómicos y ambientales contribuyen a su incremento”, aseveró.
Paredes habló sobre la complejidad que enfrentó al realizar el documental. “En el Corredor Seco, por ejemplo, el asistencialismo está muy arraigado. Las personas suelen pedir algo a cambio cuando colaboran en investigaciones, realizamos el documental bajo la técnica de bola de nieve, donde se contacta a individuos a través de conocidos para llegar a las familias afectadas. En San Juan Ermita, Chiquimula, se da un desplazamiento ‘gota a gota’, donde familias enteras se van marchando paulatinamente. En contraste, en El Arenal, el desplazamiento es comunitario y masivo, aunque ambos casos son forzados”, indicó.
A pesar de que las familias son conscientes de los problemas graves en sus comunidades, ninguna desea abandonar su hogar. El contexto en el que viven convierte su migración en una necesidad forzada, a pesar de su voluntad de quedarse, asegura Paredes Marín.
Otra causa de migración que señala Paredes, son las industrias extractivas en Guatemala operan por regiones y, aunque en los sectores donde se trabajó el documental por el momento no hay proyectos extractivos, el cambio en el uso del suelo es acelerado. En Cabañas, por ejemplo, el paso de bosque natural a cultivos de subsistencia y la introducción de ganado han degradado los bosques. Esto se ve influenciado por terratenientes y la expansión de monocultivos, como las meloneras, que ocupan tierras bajas del Valle del Motagua.
Por último, Paredes señala que el cambio climático añade una capa de complejidad, aumentando la probabilidad de desastres. “Las comunidades, ubicadas en riberas de ríos o pendientes, enfrentan condiciones de pobreza, viviendas inadecuadas y dependencia del cultivo de maíz y frijol. Sin acceso a agua, son más vulnerables a fenómenos extremos como sequías prolongadas y huracanes, especialmente en el corredor seco, donde el estrés hídrico es elevado”, concluyó.
Casos de estudio: El Arenal y Miramundo
Una de las regiones donde se refleja el fenómeno de la migración forzada es en el Corredor Seco de Guatemala, una vasta región de 10,200 km², las temperaturas superan fácilmente los 27°C.
Ubicada entre sistemas montañosos, esta área se caracteriza por sus zonas semiáridas y escasa tierra apta para la agricultura. Esta región abarca los departamentos de Quiché, Baja Verapaz, El Progreso, Guatemala, Zacapa, Chiquimula, Jalapa y Jutiapa, lo que la convierte en una de las zonas más afectadas por la sequía y la pobreza en el país
La situación se ha vuelto crítica para las familias que dependen de la agricultura para sobrevivir. Los cambios climáticos han provocado periodos de sequía más prolongados, haciendo que el agua sea cada vez más escasa y la vida cotidiana se convierta en un desafío constante.
Ángel Cordón, investigador del Instituto de Investigación en Ciencias Naturales y Tecnología (IARNA) de la URL, quien participó en el documental “Cuando el Río Suena” destaca los cambios significativos en el patrón de lluvias en el Corredor Seco de Guatemala, especialmente en las áreas de Chiquimula y Zacapa. “Hace 20 años, las lluvias comenzaban regularmente a principios de mayo y terminaban entre finales de octubre y principios de noviembre, con intervalos regulares de dos o tres días entre cada precipitación, permitiendo que el suelo absorbiera adecuadamente el agua. Hoy, este patrón ha cambiado. Los intervalos entre lluvias se han alargado, y las precipitaciones se concentran en períodos más cortos, dificultando que el suelo retenga el agua y provocando más escorrentía. Aunque la cantidad mensual de agua no ha variado significativamente en 20 años, la distribución de las lluvias se ha alterado, resultando en precipitaciones más torrenciales”.
Cordón señala que estos cambios no son provocados por acciones locales, sino por efectos del cambio climático global, principalmente inducidos por países industrializados. Sin embargo, las acciones locales han incrementado la vulnerabilidad del sistema, acelerando los impactos del cambio climático en Guatemala. Esto subraya la necesidad de abordar tanto las causas globales como las condiciones locales para mitigar los efectos del cambio climático en el país.
Además, el impacto de huracanes y tormentas tropicales ha sido devastador. Estas tormentas no solo arrasan con las cosechas, sino que también causan deslizamientos de tierra e inundaciones, afectando viviendas y tierras cultivables. Los habitantes enfrentan la destrucción de sus hogares y la pérdida de sus medios de vida. Solo el 20% de esta región está compuesto por valles, mientras que el resto son laderas y montañas, lo que aumenta los riesgos, especialmente durante la temporada de lluvias.
Por ejemplo, la comunidad de El Arenal ha sufrido una devastadora transformación en la última década. Lo que alguna vez fue un próspero pueblo está ahora casi en su totalidad sepultado bajo el sedimento arrastrado por el río San Vicente, en 2016. Las casas y estructuras que alguna vez formaron el centro de esta comunidad han sido destruidas en un 70%, obligando a muchas familias a abandonar sus hogares y buscar refugio en terrenos más altos.
Joel Nájera Calderón, uno de los desplazados, relata con tristeza cómo su hogar fue enterrado. “Prácticamente aquí donde estoy parado está la casa donde crecí. Mi padre la construyó después de regresar de los Estados Unidos. Ver cómo se pierden las cosas por las que tus padres han trabajado toda su vida es muy difícil”, cuenta Joel, mientras señala el lugar donde alguna vez estuvo su casa.
La tragedia no llegó de repente. Cada año, los sedimentos y las inundaciones empeoraron la situación, especialmente durante los inviernos más severos y los huracanes como Stan y Agatha. En 2016, las familias enteras tuvieron que abandonar sus viviendas en medio de la noche, huyendo a la casa de un familiar o un vecino, buscando un lugar seguro donde empezar de nuevo.
La comunidad está compuesta por familias de escasos recursos. Ahora sienten el abandono de las autoridades. “No hemos recibido mucha colaboración para ayudar a las familias desplazadas, lamenta Joel Nájera.
En el lugar donde alguna vez estuvo la escuela primaria de El Arenal, ahora solo queda un vacío que simboliza la pérdida de un pueblo entero. Los inviernos continúan siendo una amenaza, y cada año que pasa, más familias se ven forzadas a adaptarse o abandonar la comunidad.
Las historias que retrata el documental en El Arenal son un recordatorio de la fuerza de la naturaleza y la resiliencia de sus habitantes, quienes, a pesar de todo, siguen luchando por reconstruir sus vidas sin el apoyo del Estado.
El documental “Cuando el Río Suena” busca no sólo retratar la realidad de estos desplazamientos, sino también promover una mayor comprensión del impacto del cambio climático en la región y la necesidad de respuestas más integrales y sostenibles. La investigación escrita complementaria se encuentra en proceso de finalización y se espera que ofrezca un análisis más detallado de las condiciones observadas.
Mira el documental completo acá: