Hace 47 años, a finales de julio de 1977, dos jóvenes estudiantes fueron secuestrados por un grupo de hombres armados vestidos de civil. Sus cuerpos torturados aparecieron días después, en distintas fechas y lugares, provocando el repudio y la indignación general. Se llamaban Robin García y Leonel Caballeros.
Por Rolando Orantes
La noche del jueves 28 de julio de 1977 fueron secuestrados en la ciudad de Guatemala Aníbal Leonel Caballeros Ramírez y Robin Mayro García Dávila. Aníbal Leonel, de 20 años, era vicepresidente de la Asociación de Estudiantes Aquechistas, dirigente de la Coordinadora de Estudiantes de Educación Media (CEEM) y años antes había sido fundador y primer presidente de la Asociación de Estudiantes del Instituto Experimental de Educación Media Simón Bolívar. Robin, de 19, estudiaba el primer año de la Facultad de Agronomía de la Universidad de San Carlos de Guatemala y era exdirigente de la Asociación de Estudiantes de la Escuela Nacional Central de Ciencias Comerciales.
La noche de su secuestro, Robin y Leonel asistieron a un festival de teatro en el Instituto Normal Mixto Rafael Aqueche, ubicado en la 9ª. Calle y 2ª. Avenida de la Zona 1. Al salir de ahí nadie los volvería a ver.
Sus familias comenzaron a buscarlos al día siguiente. Dos días después de su desaparición, el sábado 30 de julio por la madrugada, fue localizado en la zona 11 capitalina, a unas cuadras de la Universidad de San Carlos, “el cadáver, salvajemente torturado, del joven estudiante Aníbal Leonel Caballeros, quien se destacó en los últimos años como dirigente en diversas asociaciones estudiantiles de secundaria”, informó el diario Impacto del 31 de julio de 1977.
Mostraba “señales de haber sido sometido a torturas ya que presentaba golpes en la cara, el abdomen y el tórax así como contusiones en las piernas y brazos, como si hubiera sido golpeado en una especie de interrogatorio. No presentaba impactos de bala, y según el informe médico-forense, murió a consecuencia de los golpes de que fue víctima, principalmente por numerosas contusiones en el abdomen y el tórax”. Sus familiares desconocían la identidad de los secuestradores, “solo dijeron, ‘el pueblo sabe quiénes fueron los autores de este horrendo crimen’”, citó Impacto. El diario La Tarde reportó que “los autores del crimen le destrozaron el rostro y el tórax a golpes y le ataron al cuello posiblemente alguna bolsa con la que fue asfixiado y estrangulado”.
Las autoridades “sabían que el estudiantado no podría manifestar masivamente su repudio, ya que el sepelio se realizaría un día inhábil. Fueron unas 400 personas las que acompañaron el féretro de Aníbal Leonel Caballeros en el Instituto Rafael Aqueche, en cuyo auditorio las notas ensordecedoras de la banda de guerra estudiantil y cientos de puños cerrados en señal de indignación y repudio le rindieron postrer homenaje y posteriormente le acompañaron caminando hasta el cementerio general. Oradores de distintas organizaciones le despidieron y repudiaron este nuevo acto vandálico de las fuerzas que reprimen y explotan a los guatemaltecos”, señala un documento de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) titulado El movimiento estudiantil guatemalteco en la lucha por el respeto a los derechos humanos y democráticos y por contener la escalada de terror fascista en Guatemala, de fecha 21 de septiembre de 1977.
La mañana del lunes 1 de agosto diez mil jóvenes manifestaron frente al Palacio Nacional exigiendo el esclarecimiento del asesinato de Leonel Caballeros y la aparición con vida de Robin García. Por la noche, la AEU organizó una caravana automovilística en la que participaron también estudiantes de los institutos nocturnos, y se hizo una nueva concentración frente al Palacio y una manifestación sobre la 6ª. Avenida. El ministro de Gobernación amenazó a los pilotos participantes con órdenes de prisión, señala la AEU en su documento sobre el movimiento estudiantil de agosto de 1977.
Ese mismo día diez estudiantes de educación media recibieron “amenazas de muerte de parte de una agrupación denominada ‘Ejército Juvenil Anticomunista’, E.J.A.”. La supuesta organización de extrema derecha realizó sus amenazas mediante cartas enviadas directamente a las casas de los estudiantes.
La noche siguiente, martes 2 de agosto, se organizó una nueva manifestación frente al Palacio y otra más en Quetzaltenango, y las paredes de toda la ciudad aparecieron pintadas con la leyenda Queremos a Robin vivo, que circuló también “en una cantidad considerable de buses”. Las protestas con vehículos provocaban particular enojo al ministro, y esta vez intentó castigar penalmente a los pilotos del transporte urbano.
El ministro declaró a los medios: “No cabe duda que estos patojos están dirigidos por personas adultas que son los promotores de la violencia”, y se burló de la manifestación del lunes 1 de agosto diciendo que “más que una manifestación de protesta y de duelo, parecía un desfile. Casi toda la patojada se veía sonriente, feliz, saludando a todo el mundo y tratando de aparecer en las fotografías de prensa”, recogió el semanario Inforpress.
El miércoles 3 de agosto la familia de Robin se entrevistó con el ministro de Gobernación, licenciado Donaldo Álvarez Ruiz, y con el director de la Policía Nacional, coronel Mario Gustavo Cardona Maldonado, quienes les expresaron que las fuerzas de seguridad se emplearían “a fondo para esclarecer los hechos”.
Mientras tanto desde la Universidad de San Carlos, luego de que en asamblea la Facultad de Agronomía decidiera recorrer todas las facultades del área social con la consigna Queremos a Robin vivo, esa misma noche salió una manifestación en la que participaron unos cuatro mil estudiantes y que recorrió cinco kilómetros, de la zona 12 a la Avenida Bolívar.
El jueves 4 de agosto de 1977, una semana después de su secuestro apareció el cuerpo de Robin García, “con señales de inhumanas torturas y estrangulado en el kilómetro 48 de la carretera a Palín, Escuintla”, señala el documento de la AEU.
Ricardo Gatica Trejo, del diario El Gráfico escribió bajo el título Hablan los padres del estudiante asesinado: “El cadáver, ya en estado de putrefacción, fue encontrado en el camino de tierra que lleva a la finca Medio Monte, en la jurisdicción de Palín. El cuerpo estaba tirado a la orilla del camino, poco más o menos a la altura del kilómetro 48 de la carretera a esta ciudad. Presentaba cinco golpes en las piernas y espalda. Hundimiento del esternón y un golpe de unos cinco centímetros de diámetro con hundimiento del parietal izquierdo, que le causó la muerte. Vestido con andrajosas ropas, que no eran las suyas, el estudiante García Dávila fue llevado por los bomberos voluntarios al anfiteatro de esta cabecera departamental, después de que la juez de paz de Palín, señora Martha Bustamante Velásquez, levantó el acta respectiva. Al ser descubierto el cadáver, este se encontraba vestido con un viejo pantalón de color gris y una camisa ‘crema’, sin ropas interiores ni zapatos. Los asesinos le dejaron en la bolsa de la camisa su cédula de identificación, lo que dio el primer indicio que se trataba del estudiante universitario desaparecido. Los asesinos despojaron al estudiante de sus ropas, un colgante con la efigie de Tecún Umán y un anillo de plata y entre la camisa le dejaron un papel manuscrito con la leyenda Ejército Secreto Anticomunista. También los criminales le dieron un bárbaro golpe con algún objeto contundente en la mano derecha, la cual casi se la desgarran. Otro detalle que pudo observar este reportero es que el tradicional pelo largo del estudiante había desaparecido y aparentemente los asesinos lo raparon”.
Se calculó que el muchacho tenía alrededor de una semana de haber sido asesinado. Esa tarde llevaron su cuerpo a la Rectoría. Luego, “miles de estudiantes, profesionales, obreros y personas humildes que salían al paso acompañaron caminando el féretro desde la ciudad universitaria hasta el Instituto Rafael Aqueche que está ubicado a poca distancia del palacio de gobierno”, escribió la AEU.
En el Aqueche representantes de la Universidad, del Comité Nacional de Unidad Sindical (CNUS), el Comité Coordinador de Trabajadores de la Educación de Guatemala y la Coordinadora de Estudiantes de Educación Media (CEEM) dieron discursos responsabilizando al gobierno del general Kjell Laugerud, señala el documento de la AEU ya citado.
Robin García nació el 14 de diciembre de 1956, en Tiquisate, Escuintla. Era el menor de cuatro hijas y cinco hijos de Leopoldo García Morales y Delia Elisa Dávila. Estudió el primer grado de primaria en la escuela Tecún Umán de aquel municipio, y posteriormente se trasladó con su familia a la Ciudad de Guatemala, donde continuó estudiando en la Escuela Elena Guerra de Sandoval –una poeta de la primera mitad del siglo XX nacida en San Pedro Pinula que ganó premios y publicó una decena de títulos–, ubicada en la colonia Quinta Samayoa, de la Zona 7. Entre 1970 y 1976 Robin estudió los básicos y diversificado en el Instituto Miguel García Granados, la Escuela Normal Central para Varones y la Escuela Nacional Central de Ciencias Comerciales.
El viernes 8 de agosto, a las 8 de la mañana, veinte mil estudiantes de educación media salieron del Instituto Normal Mixto Rafael Aqueche y marcharon junto a su féretro hasta la Escuela Nacional de Ciencias Comerciales, ubicada a 8 cuadras, en la 10ª. Avenida entre 9ª. y 10ª. calles de la Zona 1. El cortejo salió a las 16 horas, acompañado por al menos unas setenta mil personas que recorrieron las calles del centro para luego dirigirse al Cementerio General. La mayoría llevaba un clavel rojo en las manos, y al pasar frente al palacio de la Dirección General de la Policía Nacional, en la 6ª. Avenida y 14 Calle, las levantaron e hicieron un minuto de silencio, puede leerse en la reseña elaborada por la AEU.
“La inmensa mayoría de los presentes eran jóvenes entre 16 y 25 años”, señaló el diario El Gráfico bajo el título Una marea juvenil acompaña el féretro de Robin García.
En Mazatenango, Suchitepéquez, “cerca de mil quinientos estudiantes y otros ciudadanos” realizaron “una manifestación en esta ciudad protestando contra los hechos violentos cometidos en las personas de Robin García y Aníbal Leonel Caballeros. Luego de recorrer algunas arterias citadinas, la manifestación fue disuelta veinte minutos después de iniciada, debido a torrenciales aguaceros que sufrió esta ciudad de la costa sur”, reportó El Gráfico.
El 1 de septiembre de 1977 La Nación de Costa Rica publicó una nota de Raúl Villatoro Recinos titulada Guatemala: Cinco crímenes diarios, que estaba ilustrada por una foto del sepelio de Robin García bajo la que decía: “Manifestación de duelo. Miles de estudiantes de todos los centros de enseñanza, acompañaron los restos del estudiante universitario Robin Mayro García, quien fuera asesinado brutalmente a martillazos”.
El artículo de Villatoro Recinos explicaba: “Recientemente fueron asesinados dos estudiantes. El primero de ellos identificado como Aníbal de León Caballeros y el segundo el universitario Robin Mairo García Dávila. La muerte de Mairo García Dávila fue hecha en forma salvaje y brutal, con evidentes señales de torturas, por lo cual se vino en contra del gobierno una repulsa especialmente del sector estudiantil”.
El articulista, que no mostraba ninguna simpatía por la izquierda, parafraseó algunas de las palabras del Consejo Superior Universitario. Se atacaba “con fanatismo a la Universidad, a los obreros, a los campesinos, a los estudiantes y a otros sectores populares, que luchan por la libre expresión de sus ideas y que se han manifestado en contra de la represión de los grupos armados, instrumentos de los sectores ultra derechistas”. El CSU acusaba al ministro de la Defensa de permitir la acción de grupos paramilitares, y al ministro de Gobernación de consentir la actuación represiva de las numerosas policías, y explicaba que el clima imperante era provocado “por los sectores minoritarios que han detentado el poder económico y político en los últimos 23 años”.
Villatoro Recinos añadió que el Ejército Secreto Anticomunista se atribuía la muerte de Robin y Leonel, equiparaba a esta agrupación con las organizaciones revolucionarias en armas y cerraba su trabajo sentenciando: “Se espera una acción enérgica del Gobierno en contra de los grupos armados como el único medio para detener la ola de violencia que ha recrudecido en Guatemala, enlutando a numerosas familias”.
Las de Robin y Leonel eran las primeras muertes reivindicadas por el Ejército Secreto Anticomunista (ESA), una supuesta organización ultraderechista que decía actuar ante la inoperancia de las autoridades, y había lanzado ya varias amenazas contra dirigentes laborales y estudiantiles, y también contra el ministro de Gobernación y otras autoridades para hacer más creíble su relato, pero que se trataba en realidad de un nombre ficticio que encubría a los distintos escuadrones de la muerte que actuaban desde la Sección de Inteligencia del Estado Mayor General del Ejército, el Archivo del Estado Mayor Presidencial, el Cuerpo de Detectives de la Policía Nacional y otras dependencias oficiales que funcionaban coordinadamente.
En su “Comunicado No. 1” del 22 de junio de 1977 el ESA, que decía haber nacido el 30 de mayo anterior, proclamaba que había “llegado la hora de poner un hasta aquí a las pandillas comunistas que actúan impunemente en el país”, y advertía que iba a localizar “a los nefastos dirigentes comunistas, donde se escondan y los ejecutará despiadadamente”, pues “el derecho a la represalia nos asiste siendo el único camino que queda, para salvar y defender la libertad de los guatemalteco, nuestros hijos, religión y lo más sagrado, nuestras vidas”. Había que “eliminar de una vez por todas el cáncer monstruoso que ataca la sociedad guatemalteca”.
Aquel día de finales de julio los escuadrones gubernamentales decidieron asesinar de la forma en que acostumbraban a los jóvenes Robin García y Leonel Caballeros. Era un castigo por su activismo estudiantil, y por su pertenencia al Ejército Guerrillero de los Pobres. Y un claro mensaje para la gente.
El general Fernando Romeo Lucas García, quien fue ministro de la Defensa durante ese mismo gobierno y era el candidato presidencial por la coalición Frente Amplio –Partido Institucional Democrático, Partido Revolucionario, Central Aranista Organizada y Alianza Democrática Guatemalteca– expresó “su profunda consternación por los hechos de violencia” que habían estado sucediéndose, y se dirigió a la juventud afirmando que “su principal meta” sería terminar con la violencia en cuanto llegara al poder.
Las movilizaciones continuaron por algunos días, hasta que el 10 de agosto de 1977, finalmente terminó el paro y las escuelas volvieron a clases, señala Neida Solis en su artículo sobre Aníbal Caballeros El estudiante del Aqueche que luchó por una mejor educación, publicado por Quorum el 20 de octubre de 2023.
Romeo Lucas efectivamente ganó las elecciones de marzo de 1978, al menos oficialmente y en uno de los procesos con menor participación de la historia, asumiendo cuatro meses más tarde. Lejos de terminar con la violencia durante su gobierno se cometieron innumerables crímenes de características cada vez más inimaginables. En esos casi cuatro años las fuerzas bajo su mando secuestraron, aplicaron torturas cada vez más criminales y asesinaron a miles de jóvenes. Una mañana de julio de 1980 ametrallaron una parada de autobuses en la Universidad de San Carlos en venganza porque la guerrilla había matado poco antes a un jefe policial.
En homenaje a Robin fue bautizada una organización estudiantil, en buena medida surgida a raíz de las movilizaciones de agosto de 1977: el Frente Estudiantil Revolucionario Robin García (FERG), que se definía “como una ‘organización revolucionaria de masas’, es decir, con una definición claramente ‘revolucionaria’, vinculada a la estrategia de la Guerra Popular Revolucionaria y particularmente al Ejército Guerrillero de los Pobres”, explica Juan José Hurtado Paz y Paz en su ensayo El Frente Estudiantil Revolucionario Robin García: expresión de una coyuntura histórica, publicado por Prensa Comunitaria en agosto de 2017.
Cada año el Instituto Normal Mixto Rafael Aqueche entrega la Orden Aníbal Leonel Caballeros, que en 2007 le fue otorgada póstumamente a Robin García. La Organización de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG) también le hizo un reconocimiento en 2004, y, en 2016, Robin recibió un doctorado honoris causa in memoriam por la Universidad de San Carlos de Guatemala, en cuyo campus un aula, una plaza y la Asociación de Estudiantes de Agronomía llevan su nombre, hay un busto en su recuerdo y su rostro aparece en varios murales.
Por otro lado, el Estado reconoció el 27 de octubre de 2009, durante el gobierno de Álvaro Colom Caballeros, su responsabilidad en el secuestro, tortura y ejecución extrajudicial de Robin García, y pidió perdón a sus familiares por medio del vicepresidente Rafael Espada, la Secretaría de la Paz (SEPAZ), la Comisión Presidencial Coordinadora de la Política del Ejecutivo en Materia de Derechos Humanos (COPREDEH) y el Programa Nacional de Resarcimiento (PNR). Se nombró Robin García la calle que pasa frente a la Escuela Nacional Central de Ciencias Comerciales y se develó una placa en su honor y otra en el Aqueche homenajeando a Aníbal Leonel Caballeros. Todo ello a partir de una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
La SEPAZ, la COPREDEH y el PNR reeditaron además el documento Jornadas de Agosto de 1977, publicado originalmente por la Universidad de San Carlos en septiembre de ese año, y del que proviene mucha de la información aquí presentada.
Pero ninguno de los autores materiales o intelectuales fue juzgado por las muertes de Robin Mayro García Dávila y Aníbal Leonel Caballeros Ramírez, y el caso nunca se investigó.
Las principales autoridades al momento en que se cometieron aquellos crímenes eran el presidente de la república Kjell Eugenio Laugerud García, y su vicepresidente Mario Augusto Sandoval Alarcón, el ministro de la Defensa Otto Guillermo Spiegeler Noriega, el jefe del Estado Mayor General del Ejército David Cancinos Barrios y su subjefe Óscar Humberto Mejía Víctores, el jefe de la Segunda Sección o Sección de Inteligencia del EMGE Héctor Ismael Montalván Batres y su segundo Edgar Augusto Godoy Gaitán, el jefe del Estado Mayor Presidencial Arturo Guillermo de la Cruz Gelpcke y el subjefe Mario Enrique Paiz Bolaños, el jefe del Archivo General y Servicios de Apoyo del Estado Mayor Presidencial –la sección de inteligencia del EMP– César Ramón Quinteros Alvarado y su subjefe Byron Dirsael Lima Estrada, el ministro de Gobernación Donaldo Álvarez Ruiz, el director de la Policía Nacional Mario Gustavo Cardona Maldonado, el jefe del Cuerpo de Detectives Carlos Ignacio González Palacios y el jefe del recientemente creado Comando Seis o Sección de Investigaciones Especiales, René Aguilar Prado y su subjefe Pedro García Arredondo, entre muchos otros.