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Créditos: Archivo
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por Luis Ovalle

En ocasión del día del héroe nacional, Tecún Umán, es válido recordar a otros héroes: los tangibles, los que tuvimos cerca, los que, con su visión de país, pueblo, patria, llegaron al límite de la condición humana. El frente guerrillero Tecún Umán, de las FAR, surgió en 1983 en Chimaltenango. Aquí una pequeña historia del Teniente Vicente.

El teniente Vicente

Conocí a Vicente en México, en una casa de seguridad donde estuvimos, previo a dirigirnos a nuestros distintos destinos. El lugar estaba bajo el resguardo de los compañeros Matilde y Darío.

Vicente era hermano de Matilde; originarios de Chimaltenango, de ascendencia Kakchiquel, se habían incorporado al Frente Tecún Umán. Matilde había sido compañera del Capitán Ixbalanqué, un legendario jefe guerrillero que cayó a raíz de una cadena de capturas en la región central y el frente sur.

Vicente era un joven risueño, de un metro setenta, aproximadamente, con una pequeña cicatriz en la mejía; una herida que había sufrido en un combate donde estuvo a punto de perder la vida. Era el jefe de comunicaciones del frente, pero además había demostrado un alto desempeño como combatiente. Y no era para menos, las montañas del altiplano en nada se parecían a las de Petén o a las del sur del país. Había que acampar en alturas extremas, con mucha neblina y frío, con filos y precipicios donde una caída era fatal. Por esas mismas condiciones los enfrentamientos con el enemigo eran casi siempre en distancias cortas y, en situaciones extremas, cuerpo a cuerpo.

Fotografía Archivo.

La ropa y calzado que debían utilizar los guerrilleros también era de otro tipo. Botas montañeras y uniformes de tela gruesa, además de chumpas, guantes y gorros de lana.

Vicente tenía un alto desarrollo político ideológico; sabía por qué estaba ahí y los riesgos a los que se enfrentaba; pero cualquier sacrificio era valedero, con tal de lograr una nueva Guatemala, con un ejército al servicio del proletariado.

Fue él quien incentivó en aquella casa de seguridad la elaboración de artesanías en hueso crudo. Trabajaba figuras mayas en relieve, las que ya pulidas barnizaba con esmalte transparente de uñas. Varios compañeros aprendieron la técnica. Meses después, en Petén, logré esculpir algunas figuras en colmillos de Jabalí, durante el tiempo que estuve en la selva.

Como jefe de las comunicaciones en el frente Tecún Umán también estuvo en primera línea, en condiciones riesgosas y muchas veces con pocos árboles y terreno para tender la antena.

En una ocasión Vicente tuvo que transmitir bajo una fuerte tormenta. En estos casos la orientación era no comunicar, quitar la antena de ser posible o desconectar el plug del radio, enrollar el cable coaxial y colgarlo, de manera que no cayera a tierra. Pero la situación en el Tecún Umán ameritaba el riesgo. Al parecer había un problema de seguridad, que debía conocer el comandante en jefe y tenía que enviar el mensaje.

Fotografía Archivo.

Sin embargo, al terminar la comunicación un rayo fue atraído por el equipo. Los demás compañeros sólo escucharon el estrépito en un cerro alto, cercano, al que había subido junto a dos compañeros de apoyo. Los tres fueron aventados por el relámpago, el cable coaxial se achicharró al igual que el radio. Aunque unos más golpeados que los otros, con quemaduras de cierto grado, ninguno perdió la vida. La mayor parte de la descarga eléctrica había sido absorbida por el cable y el equipo.

La incomunicación posterior alarmó a la comandancia, pues el último mensaje recibido alertaba sobre los riesgos de seguridad y el peligro inminente.

Fue necesario enviar a un mensajero a la capital y activar un contacto de emergencia, con el fin de avisar al comandante Pablo que todos estaban bien.

El teniente Vicente, llegó a ser miembro del mando principal en el Tecún Umán; un joven decidido, visionario y capaz, solidario hasta las últimas consecuencias y entregado a la causa.

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