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Créditos: Nelton Rivera.
Tiempo de lectura: 3 minutos

Por: Ana Lucrecia Molina Theissen.

Soy una madre,

una hija y una hermana

llena de silencios.

Mi alma está de luto.

AP-B[1]

En mi rabia y mi tristeza puedo sentir las tuyas, Adriana, como un líquido hirviente. El dolor es una ola gigantesca que nos hunde en las profundidades. Ha habido momentos en los que la vida tras lo sucedido con mi hermano ha sido una carga que me sobrepasa; no sé si podría soportar lo que has tenido que sufrir. Ya son 33 años de buscar a tus hijas, a tu padre, a tu familia -yo, a mi hermano- sin resultado alguno. 33 años de espera y desesperación. 33 años de preguntas sin respuesta.

¿Dónde están? ¿Están vivos? ¿Podremos encontrarles? ¡Cuánto quisiera poder darte las respuestas que a mí también me han sido negadas por ese mismo largo tiempo!

La desaparición forzada además de un crimen de lesa humanidad y, por lo tanto, imprescriptible, es agravado en los casos de niños y niñas que son sujetos de protección especial. Rosaura y Glenda, tus hijas, Alma, tu hermanita, no solo no fueron protegidas sino que fueron separadas de su familia, de sus madres. Al igual que el de tu padre y el resto de la familia, su destino es incierto, su paradero sigue siendo un misterio.

La tortura incesante que se deriva de estos hechos agujerea tu alma.

Por eso no me canso de decir ¡malditos sean sus desaparecedores! ¡Malditos los desalmados infrahumanos que te arrancaron a tus hijas, pequeñas flores que apenas empezaban a brotar de tu costado, que se adueñaron de sus vidas, que las ocultaron para siempre de tu mirada, de tu cuidado amoroso, de tu abrazo! ¡Malditos los que, sin piedad, se llevaron a tu padre, tu hermana, una bebita de apenas año y medio, tu madrastra y su hermana! ¡Malditos los criminales que causaron tanto sufrimiento!

Para ellos, pido juicio y castigo, pero, ¿qué podemos esperar ahora en un país que nuevamente está en manos de los peores delincuentes?

¿Qué hacer entonces?

Así como hay misterios indescifrables, como tu fuerza –me asombra tanto como la de mi madre-, el principio y el fin del universo, la vastedad del alma y la vida después de la muerte, hay algo que sé, querida Adriana: vas a seguir viviendo, vas a seguir luchando. Seguirás denunciando lo sucedido y, aunque sintás que ya no podés más, no vas a darte por vencida, por ellas, por tu padre, por mi hermano, para no darles gusto a ellos, los malditos.

Por eso, repito tus palabras, fiel reflejo del amor que anima nuestra persistente búsqueda y espera, “muero cada 11 de septiembre, pero también renazco. Más fuerte, más decidida y con la memoria de los míos enraizada como árbol en la tierra. No morirán nunca porque viven en mí, en su familia y en todxs aquellxs hermanos y hermanas que luchan por una Guatemala mejor y un mundo noble, lleno de justicia, amor y esperanza.”

(Anoche tus niñitas vinieron a mis sueños. De puntillas danzaron sobre mis párpados cerrados. Repitieron sus nombres para que no se olviden, para que no las desaparezcamos otra vez borrándolas de la memoria.)

[1] Adriana Portillo – Bartow es la madre de dos niñas desaparecidas por el ejército el 11 de septiembre de 1981, junto con su padre, su madrastra, su hermanita de 18 meses y su cuñada. Ver Caso ilustrativo No. 87 Detención y desaparición forzada de seis miembros de la familia Portillo incluidas tres niñas (pp. 193 y siguientes): plazapublica.com.gt/sites/default/files/tomo_6_y_7_anexo_i_casos_ilustrativos_1.pdf

*** Dice Adriana: Amigos y amigas, compañeras y compañeros, a través de los años hemos recibido información sobre el paradero de mis hijas y hermanita desaparecidas el 11 de septiembre de 1981 por fuerzas de seguridad del estado guatemalteco. Desgraciadamente esa información no nos ha conducido a encontrarlas. El día de hoy, en el 33 aniversario de la detención y desaparición de mi padre Adrián, mi madrastra Rosa, mi cuñada Edi, mi hermanita Alma y mis hijas Rosaura y Glenda les pido por favor compartir en su muro la siguiente petición: Si alguien tiene información sobre el paradero de las tres niñas Portillo por favor contactar por este medio, o por cualquier otro medio que se considere conveniente, a la señora Adriana Portillo-Bartow o a su hija Ingrid Johana. Cualquier información que nos lleve a encontrarla, vivas o muertas, será grandemente agradecida. LA ESPERANZA ES LO UúLTIMO QUE MUERE.

Un texto publicado en 2014.

Foto: Nelton Rivera.

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