Las familias de San Juan Comalapa, Chimaltenango mantienen la tradición de compartir alimentos con sus seres queridos el 1 y 2 de noviembre.
La familia de Don Santiago Sarech es una de las que sigue con la costumbre que aprendió de su padre, como compartir chuchitos, elotes cocidos, güisquiles y atol de elote con sus seres queridos que ya partieron al más allá.
Por Joel Solano
Con la llegada del 1 y 2 de noviembre, las familias de San Juan Comalapa preparan sus altares y comidas para recibir a sus difuntos. En la familia de don Santiago Sarech se mantiene la costumbre de preparar chuchitos, elotes cocidos, güisquiles y atol de elote para compartir con los seres queridos.
El 1 de noviembre el abuelo acostumbra a llevarle pino y flores a su esposa, Petrona Chuta, quien falleció hace seis años. Con su familia preparan atol de elote, panes de elote o elotes cocidos que comparten.
En Comalapa, las familias aún acostumbran a ir a los cementerios en horas de la tarde a compartir al lado de los nichos de las personas que ya fallecieron. Llevan gaseosas, güisquiles, güicoy, atol de elote, chuchitos o dulces tradicionales que se tienen a la venta en las afueras del cementerio de la localidad.

Este 2 de noviembre se pudo observar a niños y jóvenes volar barriletes en el cementerio general de San Juan Comalapa. Esta es una forma de compartir ya que, según la tradición y las historias de los abuelos volar un barrilete es una forma de enviar un mensaje a los seres queridos y decirles que los tienen presentes en sus corazones.
Afuera del cementerio, vendedores como Hermelindo Mux aprovechan esta época para ofrecer dulces típicos como higo en miel, manzanillas en miel, cocadas, manías y roscas.
Algunas costumbres se están dejando de lado
Algunas familias han dejado algunas tradiciones por el cristianismo, ya que desde las iglesias evangélicas les indican que esas costumbres no son bíblicas.
Otra parte de la población compra fiambre para esta época, un platillo tradicional de Guatemala que no es parte de la costumbre de la población maya Kaqchikel sino del pueblo mestizo, principalmente en la ciudad capital.
El abuelo Santiago Sarech, maya kaqchikel de 82 años originario de San Juan Comalapa, quien se dedica a la agricultura, recuerda las creencias de sus abuelos y padres para esta época.
En estas fechas cuenta que muchas familias tenían como tradición adornar a sus muertos con pino y flor de muerto o Parutz’, como una forma de recordar a quienes un día convivieron con ellos.

Cuando decoraban los nichos o tumbas dejaban frutas, güicoy cocido, güisquiles o un vaso de atol de elote, así como una vela como símbolo de luz. Existe la creencia de que por el olor de estas ofrendan los muertos llegaban a disfrutarlo y así se convivía con ellos.
Tradición de cofradías se ha ido perdiendo
Otra tradición que se ha ido perdiendo es la de las cofradías. Antiguamente dentro de la iglesia la cofradía decoraba el recinto en memoria de los santos y difuntos y se coordinaban para decorar la iglesia de Guadalupe que se ubica en la parte sur del municipio.
En El Calvario que se encuentra en el ingreso al municipio, los encargados de la decoración eran los cofrades del Carmen y en la Basílica en el centro del municipio lo realizaban los cofrades del Sacramento y San Juan.
En estas tres iglesias se colocaban cortinas, cruz con flor de muerto o parutz’ y pino y se tocaban las campanas a cada rato en memoria de los difuntos.

Por otro lado, la cofradía contaba con terreno para cultivar milpa se repartían la cosecha de elotes para ir a cocerlos en las tres iglesias y compartirlos con los difuntos.
La tradición de las ofrendas
El abuelo Santiago cuenta que en los hogares se preparaban platos con ofrendas que contienen frutas con mucho aroma como bananos, guayabas, así como candela de cebo y panes para el altar que se realizaban en los hogares.
A la media noche se tocaban las campanas y a esa hora las familias regaban flores desde el ingreso de la casa hasta el altar como un camino para los difuntos.
Para compartir con las ánimas se preparaban chuchitos y atol de elote. El 2 de noviembre se preparaban elotes cocidos, güisquiles y güicoy para compartirlos con ellos en el cementerio.

Según las antiguas creencias, a los muertos se les deja salir a la media noche iniciando el 2 de noviembre. Por eso las familias a la media noche empiezan hacer el camino de flores para darles la bienvenida ya que les dan 24 horas para que puedan visitar a sus familias. También se les dejaba en un altar todo lo que uno preparaba para compartir.
Foto 5. Tumbas decoradas con flores en el cementerio general de Comalapa. Foto Joel Solano
El abuelo Santiago recuerda que su papa Simeón Sarech con un grupo de personas realizaba 9 días de novena para los difuntos. Al finalizar los 9 días de oración decía que se escuchaba como si ingresaba una abeja al lugar y creían que eran los espíritus de los difuntos que llegaban en los hogares.

Esta tradición la realizó por muchos años con su papá, pero con el paso de los años ha dejado de hacerlo.
El abuelo Santiago indicó que para que no mueran estas costumbres desde los hogares los padres deben enseñar la importancia de las tradiciones para los pueblos, aunque reconoce que con la muerte de su padre varias de estas se han ido olvidando.



