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San Antonio: donde el pan fresco alimenta la historia y las comunidades de Palencia

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Créditos: Derik Mazariegos
Tiempo de lectura: 6 minutos

 

En la Panadería San Antonio, Ángel Reyes hornea no solo pan, sino los sueños de una juventud que, con tradición y esfuerzo, convierte diciembre en una oportunidad para el desarrollo y el arraigo comunitario.

Por Derik Mazariegos

Ángel Reyes y Francisco Gatica, parte del equipo de la Panadería San Antonio, posan juntos frente al establecimiento que mantiene viva la tradición. Fotografía: Derik Mazariegos.

Cada mañana, a las 7:00 en punto, Ángel Reyes comienza su jornada en la Panadería San Antonio, un negocio familiar que ha sido parte de su vida desde pequeño, donde su labor no solo implica hornear pan, sino también mantener viva una tradición que conecta generaciones y alimenta a su comunidad.

Ángel tiene 21 años y desde hace 3, se dedica de lleno al oficio de la panadería, pasión que combina con sus estudios de Derecho en la Universidad Mariano Gálvez, los cuales financia con el trabajo que realiza en la panadería. “Desde pequeño, en mi casa me recomendaban venir aquí para ocupar mi tiempo libre, y mi tío aceptó enseñarme” cuenta. “Empecé con tareas básicas, como limpiar y poco a poco fui aprendiendo más. Todavía estoy en formación, pero cada día aprendo algo nuevo”.

La Panadería San Antonio, fundada hace 28 años por Juan Antonio Girón Garrido, es una de las primeras panaderías en el casco urbano de Palencia y un símbolo de tradición en la comunidad. “Decidí poner mi propio negocio”, recuerda don Tono, como le conocen en el pueblo. “Trabajaba en la cadena de restaurantes San Martín, pero quería regresar a mi casa, tenía el sueño de estar cerca de mis hijos, mi pueblo y continuar la tradición que comenzó mi papá, Fabio Girón, en los años 70”

La inspiración, sin embargo, viene de generaciones atrás. “Mi abuela Chela también tenía en sus manos el don de hornear; hacía pan batido, pan de maíz y marquesote. Ella salía a vender sus productos en las calles del pueblo de Palencia”, señala. Con esas raíces, la panadería se ha mantenido como un legado familiar que conecta el pasado con el presente.

Aunque el nombre de la panadería rinde tributo a San Antonio por ser ese el día de nacimiento de don Tono, la esencia de “la abuela Chela” sigue viva en cada pan horneado. Actualmente, la panadería elabora una variedad de producto, como francés, pan tostado, pan dulce; conchas, pepino y cortadas. “Cada uno mantiene el sabor tradicional y fresco que tanto busca la gente”, comenta Francisco, trabajador de la panadería, al resaltar el cuidado que ponen en cada receta. “Nuestro objetivo siempre ha sido ofrecer calidad”, añade Ángel, al referirse al compromiso del equipo.

 

Pan dulce listo para el horno, reflejo de dedicación y parte de una tradición que se renueva cada día. Fotografía: Derik Mazariegos.

Francisco Gatica Aquino, un recién llegado a la Panadería San Antonio, aporta su  experiencia de más de tres décadas en el oficio. “Empecé a los 15 años vendiendo pan y repartiendo en las tiendas de la parte alta de Palencia. Poco a poco me fue gustando el oficio y así me fui involucrando más en el trabajo panadero. Ahora tengo 37 años y sigo trabajando en este oficio que me apasiona”, comparte Francisco. “Este trabajo me ha permitido sacar adelante a mi familia. Gracias a Dios, tengo a mi esposa y tres hijos y con este oficio hemos podido salir adelante”. Para él, la panadería es mucho más que un empleo, es un medio para construir un futuro mejor y dejar un legado de esfuerzo y dedicación.

Francisco Gatica en plena elaboración de pan recién salido del horno, capturando el momento donde tradición y oficio se encuentran. Fotografía: Derik Mazariegos.

Durante la temporada de fiestas de fin de año, la panadería se llena de movimiento. “Es una época de mucho trabajo”, dice Francisco Gatica. “Comenzamos a las 9:00 p.m. el 23 de diciembre y terminamos a las 7:00 a.m. del día siguiente. La gente busca pan fresco para sus cenas, y hacemos todo lo posible para cumplir con la demanda”. Esta misma rutina la repiten el 30 de diciembre.

“La tradición se mantiene porque la gente lo busca”, dice Ángel. “Prefieren el sabor del pan recién hecho, algo que en otros lugares no pueden ofrecer”. La panadería no utiliza conservantes y eso marca la diferencia en un mercado saturado de productos industrializados. “Es un trabajo demandante”, admite Ángel. “Requiere mucha disposición y para mí ha sido un reto balancear el trabajo con mis estudios, pero mi tío siempre me ha apoyado”.

El pan es un símbolo de unión durante las fiestas de fin de año. “El pan es un complemento importante en cenas como las de Nochebuena y Año Nuevo,” destaca Ángel. “Acompaña tamales y otras comidas típicas, dando ese toque especial y cercano a las celebraciones”. En cada barra de pan francés y cada pan dulce que sale del horno, se hornean no solo sabores, sino también historias y memorias que conectan generaciones.

Un horno repleto de pan recién horneado captura el ritmo y la dedicación de una panadería que honra las tradiciones. Fotografía: Derik Mazariegos

El vínculo con la comunidad es fundamental para la Panadería San Antonio, que ha formado parte de la rutina de muchas familias en el casco urbano de Palencia durante años. Ángel comparte: “Cuando alguien te dice que tu pan formó parte de su celebración familiar, sabes que estás haciendo algo bueno”.

Este lazo trasciende al casco urbano y se extiende a las aldeas de la montaña, donde familias de comunidades como Plan Grande, Sanguayabá, Sansur y La Yerbabuena reconocen el sabor distintivo de la panadería, gracias al trabajo constante de surtir pan en estos lugares, consolidando así su cercanía y presencia en todo el municipio.

Ángel Reyes acomoda con calma el pan francés recién salido del horno, todavía calentito. Fotografía: Derik Mazariegos.

En un contexto de desafíos, las juventudes de Palencia muestran una notable capacidad de adaptación y esfuerzo. Historias como la de Ángel evidencian cómo las tradiciones familiares y los espacios locales, como la Panadería San Antonio, se convierten en formas para superar retos y generar esperanza. “El trabajo aquí me ha permitido desarrollarme mientras estudio y aprender el valor del esfuerzo”, comenta Ángel con orgullo.

Mientras Ángel mira al futuro, mantiene los pies firmes en la tradición que lo ha formado. “Este trabajo me ha enseñado el valor de nuestras raíces y la importancia de mantenerlas vivas”, reflexiona.

Su compromiso con el oficio no solo honra a su familia, sino que también inspira a otros jóvenes a valorar las tradiciones. “Hoy en día, es raro que los jóvenes se interesen en este tipo de trabajo, pero para mí ha sido una oportunidad de conectar con mi historia”.

La Panadería San Antonio sigue siendo un pilar en la comunidad, un lugar donde el pasado y el presente se encuentran cada día en la calidez de un horno encendido. En cada bocanada de aroma que emana del local, se siente la dedicación de un equipo que trabaja con el corazón, llevando no solo pan, sino también recuerdos y esperanza a las mesas de Palencia.

Bandejas de pan dulce cuidadosamente alineadas, listas para ser horneadas y convertirse en sabores únicos. Fotografía Derik Mazariegos.

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