Investigar las voces de las mujeres y crear espacios formativos con pertinencia cultural, es el objetivo de la colectiva Tik Na’oj en San Juan Comalapa, Chimaltenango.
Por Joel Solano
Las mujeres indígenas de San Juan Comalapa se organizaron en la colectiva Guardianas de las Semillas -Tik Na’oj-, para investigar desde la experiencia de las jóvenes, crear espacios formativos en la utilización de la pertinencia cultural y el desarrollo de una metodología propia a la que nombraron Tik, que hace referencia a la tierra.
Tik Na’oj nació gracias a un espacio que obtuvo Sara Mux Mux al ganar el certamen Rab’in Ajaw, en 2010. Su liderazgo ayudó a impulsar una plataforma en donde un grupo de mujeres aportan y fortalecen con sus conocimientos.
Se han enfocado en el territorio Kaqchikel en los departamentos de Sacatepéquez, Sololá y Chimaltenango, en donde se ha trabajado con más de 520 mujeres.
Sara Mux explica que históricamente las mujeres han sido relegadas, pero se ha demostrado que el conocimiento viene de las abuelas, que comenzaron con la siembra y resguardaron las semillas, lo cual desmitifica que solo los hombres siembran.
La apuesta de la colectiva es cambiar el uso de las semillas transgénicas por las nativas resguardadas por los distintos pueblos.
En ese sentido el trabajo de las mujeres es importante porque cada una conoce a su comunidad y las necesidades que más les apremian. “Nuestra metodología da la oportunidad de identificar los problemas de la crisis climática y sus soluciones por medio alianzas estratégicas”, enfatiza Mux.
Acciones de la comunidad
Tik Na’oj tiene planteadas acciones a largo plazo, pensando en la importancia de generar espacios para las mujeres jóvenes que puedan llenarse de conocimiento y un espacio para alzar la voz.
Los 13 años de historia, que hasta ahora llevan, ha servido para proyectos como el rescate del idioma Kaqchikel, la creación de huertos en escuelas o centros comunitarios y un concurso llamado la Siembra de Dibujos con la que se quiere rescatar la práctica de la siembra, proyectos para la justicia, economía solidaria, entre otros.
Una de las portavoces de la colectiva es Isabel Sal Uz, originaria de San Andrés Iztapa, quien hace énfasis en el trabajo que se ha hecho para la revitalización de las prácticas ancestrales y formas de vida de los pueblos.
Isabel resalta la importancia de la preservación de las semillas nativas, las prácticas ancestrales para disminuir los efectos de la crisis climática como enterrar la caña para enriquecer el suelo para la nueva siembra.
Roxana Poyón Pulúc, integrante de la colectiva desde el año 2019, dice que ahora van por más territorios: K’iche’, Tz’utujil y Mam, donde se pueda tener incidencia. Roxana también cuenta que dentro de sus aportes está la fundación y creación de un programa televisivo en San Juan Comalapa, llamado Tikirsaj, dirigido a personas diabéticas. Con este programa buscan brindar conocimientos para una vida sana frente a la enfermedad.
“Necesitamos más mujeres que sean nuestras portavoces, más mujeres que conozcan el trabajo de Tik Na’oj y que reconozcan las fortalezas”, expresa. Que tomen en cuenta el Chumilal, que invita a reconocer quién soy y a reconocer sus habilidades.
El arte y la siembra de maíz
Álvaro Alberto Sajbin, de 23 años, es originario de San Juan Comalapa y se dedica a la pintura, participa por segundo año en la exposición de Siembra de Dibujos. Obtuvo el quinto lugar en su primera participación, basó su tema en el cuidado del maíz. La pintura hace referencia al cuidado de un hijo por la dedicación que se necesita desde la limpieza del terreno de toda maleza.
La obra de Sajbin está inspirada en su poema que dice: “Abuela Luna, ¿acaso ya es un buen momento?”.
Una pregunta que se hace antes de la siembra guiada por la luna. La luna es representada como un reloj en la obra. El poema continúa: “Difícil de crecer, difícil de criar, con su azadón me comenzó a guiar, de hierba mala a mis alrededores me advirtió, cuando un fuerte viento sopló con tierra me enderezó y me sujetó, con un puño de amor me abonó y la pequeña planta creció y de aquella planta una mazorca floreció”.
“Hace relación a los malos actos que puede cometer el ser humano con sus conocimientos. Por eso los padres o los abuelos nos guían en los conocimientos, nos enderezan en el camino del bien desde los conocimientos ancestrales”, explica. Al hacer énfasis en el poema que dibuja con su obra, se ve un colibrí y la milpa y en el lugar de dos mazorcas está el nido con dos hijos, refiriéndose al tema de la siembra.
Alberto Sajbin dice que los jóvenes de hoy se olvidan de los saberes de los abuelos. Es importante la recuperación de los conocimientos ancestrales, la siembra es algo que por generaciones los mayores han hecho para nuestros pueblos, es un tesoro que debemos cuidar y no dejar que otros se apropien de esos conocimientos de los abuelos y abuelas, explica.
Erick Daniel Chicol, de 22 años, un artista originario de San Juan Comalapa, cuenta que participa por segundo año consecutivo, quien se llevó el primer lugar de la siembra, con su obra titulada Ri Tikon, que fue la elegida por el jurado calificador entre las 33 obras participantes de esta segunda Siembra de Dibujos, que enfocó su temática en el cuidado de las semillas nativas por medio de los conocimientos ancestrales.
El poema de Daniel Chicol que inspiró su obra Ri Tikon dice: “Azadón como los pinceles, pintan en el rostro de nuestra madre tierra, surcos que esperan a la lluvia, como el zanate a que los gusanos salgan de la tierra, las abuelas eligen las mejores semillas, como verdaderas joyas, la luna cuando está llena y redonda como una tortilla, nos indica que es el momento de sembrar el maíz”.
Erick Daniel insta a la juventud a no perder los saberes de los abuelos, ya que por muchos años han cuidado del maíz como nuestro alimento, y es importante que la juventud cuide del maíz como algo sagrado de la cual se nos heredó.
Lo que busca la colectiva es la incidencia comunitaria como un aporte que pueda ayudar a los pueblos de Guatemala, a través de sus mujeres lideresas, que buscan alternativas para enfrentar la situación que genera el cambio en el clima, tomando en cuenta que el alimento principal de los pueblos es el maíz. “Queremos ser el puente de las demás mujeres que impulse los cambios dentro de su comunidad. Que no tengan miedo de sembrar”, indica Pulúc.
Desde la colectiva muchas mujeres han sido referencia y se les ha enseñado a crear su propio discurso, eso ha hecho que ellas opten a cargos de representatividad en sus territorios. “Acompañadas con la colectiva rompen paradigmas y demuestran que las mujeres sí podemos cultivar”, expresan las lideresas de la agrupación.
Este texto se realizó en el marco de la Sala de Creación comunitaria y medioambiental, un ejercicio periodístico colectivo organizado con un grupo de periodistas de territorios de Prensa Comunitaria, bajo la coordinación de Francisco Simón.